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Caso documentado por Amalia Carrillo en 2010

La persistencia de los grupos indígenas en la historia nacional y latinoamericana, ha sido una constante en medio de muchas adversidades, persecuciones y exclusiones. Así lo muestran las mujeres indígenas de la comunidad Wounaan de Juimpubuur, que tiene una población actual aproximada de 254 personas en 52 familias[1]. Su territorio ancestral se encuentra ubicado en el área del Parque Natural Nacional Los Katíos en la zona conocida como Cristales, en la quebrada del mismo nombre, lugar en el cual se encuentra el cementerio de la comunidad y los sitios sagrados según su cosmovisión. Los Wounaan son uno de los cinco pueblos indígenas del Choco, junto con los Embera, Katío, Chamí y Túle. El pueblo Wounaan se encuentra asentado mayoritariamente desde la cuenca media del río San Juan hasta su desembocadura en el océano Pacífico, con 14 resguardos legalmente reconocidos, ocupando una extensión aproximada de 100.000 hectáreas[2]; el grupo del parque es el único que existe en esta subregión.

 

Durante el proceso de declaratoria del Parque fueron comprados los predios de las familias indígenas y estas fueron reubicadas en un Resguardo Embera de la cuenca del río Truandó. Esto se llevó a cabo luego de que la autoridad tradicional, un cacique analfabeto, fue llevado a Bogotá y Medellín para firmar las actas en las cuales se establecía el monto de compra de los predios, el procedimiento para la cesión del territorio y la posterior movilización hacia territorio Embera en 1973[3]. Durante treinta años los Wounaan convivieron con los Embera del Resguardo de Marcial, pero nunca se asentaron allí, ni les fue reconocido legalmente su territorio, esto debido en parte a la falta de gestión para ello por la comunidad dado que no concebían el sitio en el que se encontraban como parte de su cosmovisión.  Sumado a ello la mayoría de los hombres se establecieron en Riosucio, municipio cercano, y las mujeres no lograban controlar las permanentes enfermedades y morbilidad de los niños, puesto que los ancianos no tenían acceso a las medicinas tradicionales, ni conexión con los lugares sagrados, necesarios para los métodos tradicionales para el tratamiento de enfermedades.

 

En 2004, las mujeres, responsables de la memoria y la identidad cultural de la comunidad, deciden retornar a su territorio a pesar de la actitud dubitativa de algunos hombres, la negativa de las instituciones y la presencia de actores armados en la zona del Parque Los Katíos.  En un proceso gradual de seis meses la totalidad de la comunidad retorna nuevamente a su territorio ancestral. En XXXX eran 52 familias que integraban la comunidad de Juimpubuur. En ese momento se encontraban gestionando el reconocimiento legal del Resguardo el cual ha sido negado por encontrarse en zona de áreas protegidas.  Sin embargo, la recuperación de sus expresiones y relaciones culturales, la participación en procesos organizativos, espacios de intercambio de experiencias, escenarios de discusión con instituciones del Estado y el acompañamiento de autoridades tradicionales de otras comunidades, ha fortalecido su posición en el Bajo Atrato; igualmente ha fomentado su calidad de interlocutor legítimo con respecto al territorio de Los Katíos ante las instituciones regionales y nacionales.

 

Mientras tanto Caragabí, Ancoré y Ewandama, dioses de la fuerza de origen, siguen potenciando la acción de los Wounaan, quienes antes de retornar a su territorio ancestral, han decidido constituirse en la memoria del pueblo Wounaan en el norte del Chocó.

 

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