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Caso documentado por Laura Escobar, 2012;
Cesar Andrés González, 2013

Las zonas rurales de la provincia del Sugamuxi se caracterizan por tener una población campesina dedicada principalmente a actividades agrícolas y pecuarias. Esta zona, a diferencia de otras regiones del país no ha presentado procesos de concentración de la tierra lo que se evidencia en la configuración de un territorio conformado por varios minifundios y micro-minifundios en donde se mantiene una economía campesina familiar articulada a actividades económicas propias de las zonas urbanas de los municipios que la conforman. La territorialidad en esta zona se ha construido en función de las veredas, dentro de las cuales se construyen fuertes lazos sociales y relaciones de comunidad entre los habitantes. Sin embargo, la ausencia de conflictos críticos en torno al uso y la tenencia de la tierra hasta hace muy poco en la región, ha significado que este nivel de organización presente en la vereda no se convierta en movimiento, limitándose la organización social a las juntas de acción comunal cuyas acciones se desarrollan en torno a la exigencia de respuestas y soluciones a necesidades puntuales frente a las autoridades municipales. Esta condición de baja organización que ha caracterizado no solo a la provincia del Sugamuxi sino al departamento de Boyacá sufre un quiebre en el contexto nacional de implementación de las estrategias de desarrollo planteadas por el gobierno Santos en las cuales el desarrollo del sector minero-energético ha sido determinante.

 

A comienzos de 2012 llega la empresa CGL contratista de la multinacional francesa Maurel et Prom a la región y habitantes de los distintos municipios que la conforman empiezan un proceso de organización cuyo objetivo es la defensa del territorio, ante la implementación del proyecto las implicaciones que tendría para las formas de vida tradicionales, y ante esto se oponen de entrada a este, y se organizan como Colectivo por la Protección de la Provincia del Sugamuxi (CPPS).

 

El Colectivo por la Protección de la Provincia de Sugamuxi nace a principios del 2012 en el municipio de Iza, Boyacá, liderado por un grupo de jóvenes estudiantes, académicos, campesinos y artesanos que motivados por la protección del territorio de la provincia de Sugamuxi en un principio, ante amenazas de empresas multinacionales minero-energéticas, plantean formas de acción colectiva para resistir a la implementación de estos proyectos en su región. En palabras de un miembro del colectivo[1]: “surge como un espacio de resistencia y veeduría a los proyectos minero­energéticos mediante diversas estrategias. Una de ellas es el reconocimiento del territorio…a lo sagrado…a lo patrimonial reconocido… y a los patrimonios­otros no reconocidos institucionalmente pero que evidencian dinámicas socioculturales muy antiguas de las comunidades con el paisaje, con los seres que enferman o curan en la alta montaña, en las fuentes de agua… patrimonios que no se visibilizan en los Estudios de Impacto Ambiental (EIA) presentados por las empresas, los cuales son el eje del accionar de las mismas.”

 

La acción detonante que motivó a la organización del Colectivo por la Protección de la Provincia del Sugamuxi (CPPS), se da a comienzos de 2012 ante la llegada de la multinacional francesa Maurel & Prom, que pretendía legitimar la exploración petrolera en inmediaciones de la Laguna de Tota y su cuenca mediante el Estudio de Impacto Ambiental, EIA. A pesar de su carácter espacial-territorial muy determinado a la provincia no es colectivo homogéneo pues no todos sus miembros habitan o son de la provincia de Sugamuxi y desempeñan actividades muy diversas en el campo y la ciudad.

 

El Colectivo inicialmente solo pretendía proteger su territorio de los proyectos y los impactos mineros en la provincia; a pesar de esto, los limites espaciales de acción de la iniciativa se fueron ampliando de tal forma que se involucraron en la defensa de otros territorios de la región como las provincias de Valderrama y Paramo de Pisba. Una de las propuestas exitosas que ha difundido el colectivo y que ilustra cómo se cruzan los límites de la Provincia de Sugamuxi, fue el Campamento Permanente por la Defensa del Páramo de Pisba y que  Getulio Montaña Laguna comunico así: “Durante 27 días la comunidad campesina de Tasco junto a cientos de personas provenientes de distintos lugares acamparon en las inmediaciones del páramo de Pisba para impedir la avanzada de la maquinaria de Hunza Coal, que amenazaba con destruir el ecosistema para iniciar sus labores extractivas de carbón. Sin embargo, gracias a la acción conjunta de todos, la multinacional no tuvo otra opción que retirar la maquinaria de páramo y no continuar con su labor destructiva, en un acto histórico de justicia y soberanía campesina”[2]. La convocatoria para el campamento se realizó por radio, youtube, Facebook, twitter y por intermedio de organizaciones sociales que apoyaban la idea, logrando mucho éxito.

 

Las estrategias del colectivo se mueven entre la realización de denuncias puntuales ante autoridades gubernamentales y ambientales a partir de trabajos de investigación, vías de hecho que incluyen sabotaje de actividades de la empresa y la visibilización de la problemática. “Otras herramientas son las acciones jurídicas, comunicados, pronunciamientos públicos, realización y divulgación de material audiovisual, foros temáticos, talleres a las comunidades afectadas y diálogos con otras organizaciones que defienden el territorio a nivel regional, nacional e internacional. En cuanto a lo jurídico, han sido los constantes derechos de petición a entidades como Corpoboyacá, Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) y las CIAS (Contraloría, Procuraduría y Defensoría del Pueblo), denunciando las irregularidades de las empresas y autoridades ambientales. Estas acciones que han permitido la realización de dos audiencias ambientales (…) en una región que históricamente se caracteriza por una vocación agropecuaria y recientemente turística” (Entrevista a Laura López, 2013).

 

Como parte de la estrategia de investigación de la problemática de la empresa, se han realizado actividades de reconocimiento del territorio que han tenido como efecto una apropiación cada vez mayor del mismo. En estos recorridos que van más allá de los límites de la Provincia del Sugamuxi, se han generado relaciones de solidaridad con comunidades de municipios que se han organizado ante problemáticas similares. Es el caso de la Asociación de acueductos del municipio de Tasco y del colectivo por la defensa integral del valle de Saquencipá, ambas experiencias documentadas aquí. La relación también se ha dado de manera individual para conocer sus testimonios sobre las afectaciones que han sufrido por las actividades de la empresa.

 

Las acciones de saboteo se han concretado en el daño de los cables y aparatos utilizados por la empresa para las actividades sísmicas y han sido realizadas por varios habitantes de las veredas ante la agresión sentida de funcionarios de la empresa que ingresan sin permiso implantan los aparatos y maquinaria, en medio de la falta de respuesta de las autoridades.

 

En todo este proceso, ha surgido como estrategia de visibilización y comunicación de esta problemática, el personaje Getulio Montaña Laguna, quien nació unos meses atrás en el municipio de Iza para evidenciar los conflictos generados por las actividades de explotación mineral de la empresa Holcim. Su creador, Iván Pérez Mojica[3], lo concibió en un principio como una historieta autóctona de la región que manejara un lenguaje tradicional campesino y de esta forma “mantener vivas las formas inmateriales de cultura que tiene el pueblo boyacense” (Entrevista a Pérez, 2012).

 

“Getulio representa al pueblo, sus apellidos Montaña Laguna, remiten a un territorio muy particular, a los paisajes de la región. En estos expresa su relación con el territorio, y asimismo la relación de pertenencia con el lugar. Su ruana es la montaña y la vereda, territorios donde transcurre la vida, donde los campesinos a lo largo del tiempo han crecido con siembras y cosechas, donde los caminos se andan sin afanes y unen a pueblos hermanos, donde el agua es sagrada y no falta, donde los pajaritos vuelan y se oyen las ranitas, donde el paisaje suena cuando se visita. Su ruana tiene tejida toda la historia de los abuelos y refleja la herencia a sus habitantes. En esta ruana, Getulio manifiesta la relación con el territorio. Su sombrero es el Alto de Vita, donde habita la memoria de los antiguos más antiguos que dan luz al entendimiento y a todos los pertenecientes de este lindo territorio que se representa en todos los que lo tejen, tanto los del pasado, como los del presente, pero sobre todo los del futuro”[4]

Además de la figura, Getulio utiliza un lenguaje propio de la región, haciendo referencias constantemente a su cotidianidad en la tierra “Soy Getulio, toy ayudando al pueblo a recuperar el territorio, vamos a sacar a multinacionales y megaproyectos destas tierras”… “Tranquilo yo en el campo vivía sin chistar, hasta que puaquí vinieron a querer desarrollar proyetos poco güenos pá mi tierra, mi agüita y mi maizal” (https://twitter.com/Getuliodice. 18 Abril 2012).

 

Articulado al colectivo Getulio aparece como una historieta que es repartida en las veredas de los municipios de la Provincia de Sugamuxi y luego amplia ingresa a las redes sociales[5], blogs[6], YouTube[7], Twiter y Facebook ampliando su interacción con otros colectivos en el país.  Además de la historieta, se ha construido un muñeco hecho en papel mache que recorre el país y visitando experiencias rurales a nivel nacional. ”He procura’o intercambiar nuestro saber popular con el de otros pueblos, porque ahí es on tá otra de las claves pa’ mejorar lo que uno hace y no agredir a la mamacita santa, qu’es la madre naturaleza. Y también de vez en cuando me toca salir a caminar por las veredas, o conectame al interné’ pa’ dijundir las respuestas, a veces bien flojas, que me dan las instituciones del Estado cuando se me presentan problemas en el territorio (Entrevista a Getulio Montaña Laguna).

 

Las historietas y publicaciones de Getulio permiten reconstruir el proceso así como la inclusión de nuevos conceptos y planteamientos del Colectivo: centrado en plantear abierta y directamente su oposición a la actividad petrolera, Getulio expresa su propia visión sobre el bienestar y precisa los alcances de la empresa, confrontando la manera arbitraria y engañosa como la empresa CGL pedía los permisos mencionando que se trataba solo de pasar unos “cablecitos” por los predios.

 

La primera historieta “¿Nido verde o pozo negro?” explica los efectos de la exploración sísmica en la tierra y el agua. La segunda historieta “Si los deja entrar, se deja sacar” remite precisamente al tema de los permisos otorgados por algunos campesinos que creyeron las engañosas explicaciones de los funcionarios de la empresa. La tercera historia “Nuestro territorio sin exploración petrolera y con exploración petrolera” hace dicha comparación gráfica en torno al costo de los alimentos, la diversidad de flora y fauna, el turismo y el desplazamiento. En la cuarta, Getulio va más allá de la actividad petrolera y presenta los conceptos de territorio e identidad cultural. Se refiere a las prácticas productivas y los saberes, llegando a la explicación que tendría la entrada de las empresas al cambiar el territorio. La quinta historieta, reconstruye los sucedido en una reunión donde el colectivo quería presentar la situación a las comunidades del municipio de Iza y el alcalde no los dejó participar. En la historieta “La palabra de los abuelos” expresa una relación ancestral con el territorio remitiendo a los primeros habitantes del territorio y relacionando la territorialidad campesina con su pasado indígena. De esta manera se va construyendo de manera gráfica la idea de una cosmovisión que percibe el mundo desde una relación de coexistencia integral entre el hombre y la naturaleza, que pueden ubicarse dentro de los conceptos del buen vivir.

 

“Yo soy del campo, ‘onde se trabaja la tierrita, ‘onde el agua e la laguna y las manas hacen la vida bonita, ‘onde las abuelas muelen el maíz pa’ hacer una güena chicha y ‘onde nos topamos en los caminos con ruana ‘e lana y cotizas (…) la vida en el campo tiene sus propias dinámicas, y que debemos fomentar a los jóvenes y niños para que se queden cultivándolo, disfrutándolo y protegiéndolo. Porque figurese sumercé que muchas veces uno no se da cuenta, pero ende que está chiquito los mesmos taitas sin darse cuenta lo van desarraigando y desplazando a uno del territorio, porque piensan quesque el desarrollo y la vida digna ta en las ciudades y uno crece pensando en ser dotor, ingeniero o empresario y no campesinos, agricultores… y al jinal de cuentas se va del campo y le toca tarse obligado en la ciudad porque cuando intenta regresar la relación con el campo ya ta muy débil, o porque algún so jeroz le compró la tierrita a los taitas, y uno nian siquera estuvo pu’ahí pa podelos dejender o ayudar en la labranza (…)mi ruana es montaña y vereda onde transcurre la vida, onde los campesinos a lo largo del tiempo han crecido con siembras y cosechas, onde los caminos se andan sin afanes y unen a pueblos hermanos, onde el agua no falta y se tiene por bendita, onde los pajaritos vuelan y se oyen las ranitas, onde el paisaje sueña cuando uno lo visita, onde el territorio somos todos, tanto los del pasado, como los del presente, pero sobre todo los del futuro sumercé. Esta ruanita tiene tejida toda la historia de nuestros abuelos y refleja la herencia que nos habita, y por eso es que toditos nos pongamos moscas pa’ podela proteger (…) Cuando garlo con la gente trato de recuperar la tradición de oral, o la palabra que llaman los entendí’os, porque imagínese sumercé que pa yo la palabra es muy importante. Con decirle sumercé que yo comparo la palabra con la semilla nativa, porque por medio de ella es que uno ha lograo resistir en el territorio y porque solo cultivándola y sabiéndola proteger es que tendremos un juturo digno y próspero, pero no desde lo que mentan pu’allá en las capitales los dotores, sino desde lo que uno mesmo con la comunidá’ considera que es mejor, al ser construido coletivamente” ” (Ibidem, 2012X?)

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