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La muerte injusta de algunos campesinos de la comunidad que fueron reportados como miembros de las guerrillas, para recibir reconocimiento de mérito y días de descanso de parte de sus jefes inmediatos. Esta situación provocó en la comunidad rural una reacción “colectiva  a través de una marcha y el bloqueo de la vía principal de entrada al centro del corregimiento Pueblo Bello Centro,  zona de comercio del área, por la lucha de autonomía de sus tierras y defensa de su bienestar social local y derecho a la vida”.

 

Según un poblador y líder local entrevistado, “los militares invadían sin previo aviso las fincas de los habitantes de la zona, durante varios días, hasta 20 días seguidos; las tropas del ejército dormían y permanecían de tiempo completo dentro de los predios, alimentándose de lo producido en la finca, bañándose, organizando sus próximos movimientos en el área (comunicaciones radiales) e interactuando con el grupo familiar. Esta situación comprometía de una u otra manera a los habitantes de la vivienda, puesto que el establecer cualquier tipo de contacto con uno de los grupos armados que confluían en la Sierra Nevada (paras, guerrillas o ejército nacional), implicaba favoritismo, lo que ocasionaba una segura represalia en contra de las personas inocentes en medio del conflicto, los cuales finalmente eran tildados de “colaboradores de x grupo”. No dejaban ninguna opción, puesto que la acogida del grupo militar en el seno familiar era una imposición, esto sin contar los contados abusos y falta de respetos de los uniformados a las mujeres del hogar. Esto no solo sucedía con el ejército nacional, sino también con invasiones de grupos de guerrilleros y autodefensas en el sector. Parecía que se pusieran de acuerdo, pues en ocasiones salíamos de un grupo y al cabo tiempo recibíamos la visita del otro. La población se encontraba cansada, en espera de un hecho detonador para poner el grito en el cielo, ya que el gobierno local tenía miedo y solo se había convertido en un pelele del grupo dominante del momento” (Ibíd, 2010).

 

Pese a no haber una tradición de protesta social, en una relación liderada desde los docentes y los padres de familia se lograron convocar cerca de 600 personas fundamentalmente campesinos e indígenas de la región, para llamar la atención de las autoridades de Valledupar, la capital del departamento y nacionales a través de los medios de comunicación. Algunas de las consignas de la población “Estamos cansados de tantos atropellos, no somos para, no somos guerrilla, somos campesinos, queremos la paz”, “La vida primero, exigimos respeto por parte del ejército, por el derecho a la vida queremos la paz” y “Campesino a labrar la tierra, a vivir de la naturaleza, queremos la paz”. Durante dos días se mantuvo bloqueada la vía hasta tanto “hicieron presencia los medios de comunicación de radio y prensa del departamento, como el Pilón y RCN noticias, lo que sirvió de precedente (…) para iniciar las investigaciones en torno al tema de defensa de los derechos humanos (…) Fue un hecho sin precedentes en la región que motivó de manera pacífica a poner en manifiesto muchas otros atropellos” (Ibíd, 2010)

 

Caso documentado por Milena Arias, 2010

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