Caso documentado por Sandra Bibiana Restrepo, 2013
Aprovechando el potencial natural de los municipios de Samaná y Norcasia ISAGEN S.A E.S.P construyó en 2002 el Embalse Amaní y la Central Miel, en un territorio que lidiaba con el conflicto armado, la falta de intervención del estado y la pobreza generalizada. A partir de 2006 la empresa inicio la ejecución del Programa de Desarrollo Comunitario, PDC, como parte de su labor social complementaria, que busca formar a las comunidades para que sean gestoras de su propio desarrollo.
La Central Miel I, localizada en el municipio de Norcasia, forma parte del potencial hídrico del oriente del departamento de Caldas, región conformada por las cuencas de los ríos Guarinó, La Miel, Moro, Manso, Samaná Sur y afluentes menores como los ríos Pensilvania y Tenerife. La Central tiene una capacidad instalada de 396 MW en tres unidades, la cual, en operación aislada, puede generar una energía firme de 1.460 GWh/año y promedio de 1.872 GWh/año al adicionarle las aguas trasvasadas de las cuencas de los ríos Guarinó (308 GWh/año) y Manso (104 GWh/año) a los caudales naturales del río La Miel. En 2008, la empresa presenta el proyecto ‘construcción del trasvase Manso’ que le aportaría aguas al embalse existente aumentando la producción de energía en 30%, lo que representaba el 4% de la que consume el país.
Los trabajos de ingeniería comenzaron en 2008 y se esperaba su terminación y puesta en funcionamiento a mediados de 2012. Volquetas y camiones comenzaron a pasar con frecuencia alterando la vida cotidiana de las veredas. Muy pronto los habitantes de las fincas aledañas al proyecto notaron que al menos 22 quebradas se fueron secando mientras las máquinas horadaban la montaña. El agua que antes fluía a la superficie, comenzó a perderse en el suelo.
Desde marzo de 2010, diferentes habitantes de la zona remitieron al Ministerio de Ambiente quejas sobre lo sucedido. Las cosas no habían salido de acuerdo con los planes de expansión de ISAGEN. En la empresa el asunto cobró la mayor importancia y debía tratarse con sigilo. Considerando que no existía a la vista una solución técnica que enmendara el impacto del túnel y permitiera que las 22 quebradas regresaran con el mismo caudal a la superficie, la orden fue negociar con los propietarios de las fincas. “Supuestamente pagaron bien eso”, dice un habitante de Berlín que prefiere el anonimato; “fincas que valían 10 a 20 millones, las pagaron entre 80 y 100 millones”. La vereda Lagunilla se convirtió en una vereda fantasma. Además de comprar cerca de 350 hectáreas y compensar a otras familias afectadas, el gerente de la empresa aseguró que el objetivo de la empresa es “convertir un problema en una oportunidad” y el terreno afectado por la escasez hídrica será poco a poco restaurado. (Correa, 2012)[1]
Uno de los habitantes de la zona que fue contratado durante la construcción del túnel, fue testigo de lo que sucedió en las entrañas de la montaña: “las aguas de filtración fueron superiores a lo esperado. Algunas veces las aguas de filtración superaron los 300 litros por segundo”. Según el informe de la empresa, al principio de la excavación no se tomaron medidas, pues las filtraciones eran tan solo de 5 litros por segundo (Correa, 2012). Visitas técnicas de expertos del Ministerio de Medio Ambiente a la zona se intercalaron con nuevas quejas de la comunidad y reportes de la empresa durante los últimos tres años.
Ante la evidencia el Ministerio de Medio Ambiente decidió expedir una resolución el 29 de diciembre de 2011, en la que advertía que “permitir que se inicie la operación de trasvase en las condiciones actuales representaría un riesgo sobre las fuentes hídricas y sobre algunas especies de fauna cuya supervivencia y reproducción se vería comprometida”. (Correa, 2012).
Una líder de la vereda Montebello, Norcasia, cuenta que “en mayo de 2012 se empezó a manifestar por parte de la comunidad el inconformismo con todo lo sucedido; es muy triste ver como las viviendas estaban deterioradas a causa del paso de tráfico pesado. Empezamos a tener problemas con el agua en una zona rica y llena de quebradas y ríos; fue así como vinieron varias personas de Berlín a invitarme a un paro y yo pensé que era la mejor forma de protestar con todas las cosas que estaban sucediendo”.
Habitantes del Corregimiento de Berlín, las veredas de Montebello y algunas personas de la vereda Moscovita, tomaron la decisión de taponar una de las vías principales y de acceso al sitio donde estaban laborando el llamado “portón salida”. Allí instalaron fogones, carpas y realizaban actividades todo el día enviando cartas y dando a conocer lo sucedido. Ella como otras le “puso el pecho al paro. Madrugaba a dejar comida lista para mi familia y nos íbamos a tapar la vía principal, sobre todo a no dejar pasar las camionetas de los trabajadores de Isagen. El apoyo de la comunidad fue grandísimo, nos mandaban comida y verduras para hacer los alimentos. Pedíamos la presencia del Doctor Rico, Gerente General de la empresa para que directamente nos planteara soluciones al problema que teníamos en la vía, la perdida de las 22 quebradas y pérdida de biodiversidad” (Entrevista a líder, 2013).
El paro duró 30 días. Inicialmente enviaron la policía y el Coronel para persuadirlos de dejar el bloqueo. Decidieron entonces darle el paso a los buses y transportes particulares, pero a las camionetas o carros pesados de Isagen no les permitían el paso. Igualmente se creó un comité que se encargó de buscar la prensa y dar a conocer la problemática y denunciar lo sucedido en la zona; incluso lograron traer la prensa nacional como Caracol y salir en una nota del noticiero de medio día. Después de tantos esfuerzos, el 11 de junio se logró realizar una reunión en el sitio del paro con la presencia del Doctor Rico y otras directivas de la empresa.
En dicha reunión se llegaron a algunos acuerdos como: mejorar la vía, mejorar las viviendas afectadas por el paso del tráfico pesado, invertir en el mejoramiento y construcción de los acueductos veredales. También se conformó un comité veedor para realizarle seguimiento a los acuerdos realizados. Un año después de esta acción colectiva, doña Mercedes líder entrevistada afirma: “No hemos visto nada” y agrega “No es un secreto que Isagen ha realizado muchas obras en la zona, unas de forma obligatoria por el cumplimiento al plan de manejo ambiental y otras inversiones de forma complementaria. No obstante sentimos que pueden ser paños de agua tibia, si evaluáramos todas las ganancias que obtiene la empresa en esta zona”.