Un pueblo indígena muy reconocido por su persistencia y su liderazgo a nivel regional y nacional son los Nasa que habitan principalmente en el Cauca. Sus mingas nacionales recorriendo la palabra y construyendo propuestas de solidaridad y de dignidad han sido muy reconocidas.   En el marco de ese proceso histórico, se dio la ocupación pacífica de la finca Emperatriz en septiembre de 2005, ubicada en el resguardo Huellas, municipio de Caloto, departamento del Cauca, lugar desde el cual catorce años antes, narcotraficantes de la zona planearon y mandaron masacrar a 20 comuneros indígenas, con la complicidad, armas y vehículos de los dueños de este predio[1]. A raíz de esa masacre que se identificó como la masacre del Nilo, se definieron unos acuerdos con el estado el 23 de diciembre de 1991, donde el gobierno se comprometió a entregar 15.663 hectáreas como una forma de reparación habiendo reconocido en acto público y formal, la responsabilidad del Estado en dicha masacre. Ante el incumplimiento estatal, que solo ha entregado algunas tierras infértiles o de protección forestal los Nasa deciden recuperar la hacienda por sus propios medios. El predio recuperado, representa parte de la cultura ancestral Nasa y también la oportunidad de establecerse en una tierra fértil y productiva, con fuentes de agua "Estas tierras nos han pertenecido desde hace mucho tiempo a los indígenas, por tanto, queremos que sean nuevamente entregadas a la comunidad, después de la masacre del Nilo, que fue algo muy duro y tuvo complicidad del Gobierno, la comunidad ha sido muy sabia y ha dicho, bueno nos han dado duro, ahora devuélvanos la tierra, necesitamos la tierra para evitar esa situación de que nos sigan matando”[2].

 

En horas de la madrugada, “entre 500 y mil indígenas nasa (páez), exigiendo Libertad para la madre tierra, empezaron la ocupación pacífica de la hacienda La Emperatriz, en el resguardo indígena Huellas, en el municipio de Caloto, al norte del departamento del Cauca”[3], para hacer cumplir la sentencia del Nilo y su llamado a la memoria colectiva. “Se agrupan de cien en cien, y alternan la lucha cada dos horas, mientras las mujeres y los niños se resguardan en la cocina o prenden fogatas para dispersar el humo de los gases lacrimógenos con los que la policía antimotines enfrenta el choque, en una misión que busca desalojar a los nativos, de los predios que tomaron a la fuerza”[4]. “En la finca, los indígenas cuentan con provisiones de maíz, yuca, plátano, banano, habas y fríjol. Cuando se agotan, las comunidades que no alcanzan a ocupar predios las proveen, "eso es lo que llamamos principio de unidad” dice Rafael, evocando lo que para su pueblo fue la peor humillación: “Un día llevábamos dos mil bolsas con comida cocida y la policía nos la quitó para arrojarla a la basura””[5].

 

Después de varios días de resistencia frente a la represión policial, el 13 de Septiembre de 2005, el Gobierno del presidente Álvaro Uribe, en acta de concertación protocolizada con presencia del Ministro del Interior y de Justicia se comprometió a incorporar en el presupuesto de la nación 20 mil millones de pesos, distribuidos en dos vigencias (2006 - 2007), para dinamizar la compra de tierras faltantes y abordar de manera integral asuntos prioritarios relacionados con la autonomía, territorio y planes de vida[6].

 

Pese a estos esfuerzos colectivos por recuperar la finca La Emperatriz, “ésta se encuentra a cargo de los ingenios azucareros, ya que éstos, como el Ingenio Incauca, lograron la mediación y arrendamiento de los predios en disputa”[7]. Los incumplimientos a las promesas estatales continúan y se mantiene la inconformidad Nasa. “Nosotros no concebimos a la tierra como un objeto de valor económico, no podemos dominarla o explotarla, la tierra garantiza la continuidad de la vida de los pueblos, acabando con nuestra tierra, acabarán con nosotros”[8]. Para los Nasa es claro que “acabando con nuestra tierra, acabarán con nosotros”[9]; por lo tanto “liberar la madre tierra es defender la vida”[10].