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Caso documentado por Victoria Guáqueta, 2014

 

La Mesa Ambiental de Cerros Orientales, MACO, está conformada por diferentes actores sociales con incidencia en los Cerros Orientales de la ciudad de Bogotá: habitantes, juntas de acción comunal, estudiantes, líderes comunales y veredales, representantes de entidades distritales como: Secretaria de Planeación Distrital, Secretaria Distrital de Hábitat, CAR, alcaldías y  fundaciones de protección ambiental, y tiene como propósito fortalecer la defensa de los intereses populares y de conservación del patrimonio cultural y ambiental existente. El movimiento nace en el año 2005 como protesta de algunos habitantes de los cerros frente al decreto del gobierno nacional expedido en el año de 1976, que declara la existencia de la reserva forestal protectora de los cerros orientales, desconociendo el asentamiento de cientos de familias que tradicionalmente habitaban en estos territorios. La figura de Reserva forestal declaraba como baldíos los terrenos y tildaba de ilegales las familias campesinas que han sido parte histórica de este territorio.

 

Esta ley no se hizo activa hasta principios de los años noventa época en la cual se emprendieron controles y regulaciones más precisas sobre las actividades que generaban impactos sobre los recursos de la zona. Muchas de las actividades que se venían desarrollando en los Cerros fueron prohibidas hasta que no demostraran la ejecución de planes de manejo ambiental.  Aunque, la noción de reserva sirvió para mitigar y controlar muchos de los impactos que se derivaban de las actividades productivas y otras que normalmente se realizaban en las veredas, los habitantes fueron tildados de invasores y obligados a detener sus actividades productivas reflejados en cultivos de papa, ganadería, porcicultura, entre otros. 

 

Algunos de los habitantes de los Cerros, emprendieron estrategias de integración y conservación basadas en la normatividad que impuso la figura de reserva, como la conformación de bancos de semillas, organizaciones de protección de nacederos de agua y aproximaciones a los sistemas de producción desde la perspectiva de la agroecología. Estas estrategias significaron la puesta en marcha de actividades agropecuarias menos nocivas para el ecosistema, por nuevas formas de entender el territorio, el sentido de pertenencia a este y la productividad, es decir, el uso de los predios de  manera rentable pero sostenible (Peñuela, 2010). Sin embargo, estas iniciativas se vieron amenazadas por la proliferación de proyectos urbanísticos y venta de predios para construcción de vivienda, proyectos que fueron aprobados en su momento por las autoridades distritales, la CAR y las alcaldías locales, a pesar de la existencia de la figura de reserva forestal, la cual prohibió cualquier tipo de asentamiento humano, actividades de producción agrícola y construcción de vivienda.

 

Hoy en día, como señala un líder comunal del barrio San Cristóbal, “muchos de los habitantes de los Cerros Orientales siguen siendo tratados como invasores y por lo tanto negados de sus derechos a una vivienda digna, salud, seguridad, servicios públicos como: agua, luz, alcantarillado, recolección de basuras, entre otros” (Entrevista personal, 5 de marzo de 2014). Los integrantes de La Mesa de Cerros, exigen una respuesta inmediata a sus solicitudes, donde las entidades y dependencias del gobierno distrital tomen decisiones conjuntas y participativas con la comunidad para la sostenibilidad ambiental de sus territorios y el mejoramiento de la calidad de vida de sus familias.

 

Para los integrantes de este movimiento social los cerros históricamente han representado un importante referente histórico para la ciudad de Bogotá y han sido objeto de variadas intervenciones urbanísticas. “Los procesos de asentamientos en los cerros se caracterizan,  por la  prevalencia de los intereses de algunos  particulares de todos los estratos, ya sea través de interpretaciones de las  normas, tráfico de influencias y prácticas contrarias a la moralidad pública en  oficinas de registro e instrumentos públicos , notarías y catastro y ante las empresas de servicios públicos, e incluso ante la entidad encargada de su administración que  ha otorgado permisos y concesiones de a gua y vertimientos y autorizaciones para  la construcción de infraestructura vial” (Rodríguez, Diego, entrevista personal, 5 de marzo de 2014)

 

La MACO, ha emprendido un importante proceso de articulación a nuevas organizaciones sociales en búsqueda de alianzas para generar una gran red de trabajo comunitario que pueda incidir directamente y de manera efectiva sobre las políticas de asentamiento, reconocimiento de los habitantes y legalización de barrios. Sin embargo, a pesar de la unión del movimiento, dentro de él se reflejan constantes disensos frente al uso de los discursos y repertorios y se incrementan en la medida que ingresan integrantes con nuevas ideas y propuestas para el grupo.

 

La Mesa ha jugado un rol fundamental en la ciudad en cuanto sus aportes a la trasformación de la política pública frente al uso del territorio, sus prácticas de resistencia y redefinición de la vida política han servido para construir nuevas prácticas de libertad y organización ciudadana. Con base en esto, han construido repertorios y discursos para responder a diferentes problemas y tensiones que se presentan con regularidad. Uno clave ha sido “aprender la ley unidos”, como señala Rico, Presidenta Junta de Acción Comunal, Vereda los Verjones.  “En la mesa no hacemos marchas ni nada de eso, ni siquiera plantones (…) nos aprendemos las leyes, las buscamos, las fotocopiamos y nos vamos para la veredas. Allá, organizamos reuniones con la gente y nos sentamos a explicarles en que consiste la vaina, no somos abogados, pero nos hemos dado cuenta que la ley nos sirve y también obliga a los funcionarios a atendernos bien. Eso nos ha empoderado, hemos aprendido a creer en nosotros mismos, nosotros no somos de salir a marchar porque eso se nos pega gente que ni sabe de la vaina ni de la situación. Además tenemos que trabajar en la tierra, tenemos que comer y eso quita tiempo”. 

 

En su trayectoria la Mesa de Cerros ha liderado también manifestaciones, foros, talleres, encuentros, seminarios e investigaciones participativas en torno a diferentes problemas actuales de los cerros de la ciudad de Bogotá. De este modo ha avanzado en el reconocimiento colectivo de los territorios populares que buscan ser abordados de manera participativa.

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