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Caso documentado por Wilfredo Pachón en 2012

En el departamento de Guaviare se realizaron masivas protestas de los campesinos para lograr la suspensión de las fumigaciones con glifosato y el acompañamiento por parte de Estado que permitiera paralelamente un desarrollo alternativo en la región. Las marchas cocaleras realizadas entre 1995 y 1996 respondían a las fumigaciones indiscriminadas con glifosato, como política antidrogas del gobierno nacional. Allí se movilizaron hacia San José del Guaviare alrededor de 8000 personas que permanecieron 17 días y lograron invadir el aeropuerto; los manifestantes que llegaban de diferentes regiones para unirse a las protestas fueron bloqueados por el ejército. Las difíciles condiciones relacionadas con el alojamiento y la alimentación, así como el abandono de sus parcelas, llevaron a aceptar algunos acuerdos y culminar las protestas. El movimiento logró que se construyera de manera concertada el proyecto “GUAVIARE 2001 SIN COCA” en el que se plasmaban seis puntos en un documento firmado por delegados de las instituciones y representantes de las comunidades campesinas.

 

En el proceso de colonización, los pobladores del Guaviare pasaron de acciones de reciprocidad y solidaridad como el intercambio de mano de obra, de semillas, etc., a crear muy pronto organizaciones veredales, que luego confluyó en el Comité de Colonos” (Salgado, 2001)[1] coordinada por líderes agrarios de orientación comunista, desde donde se fueron resolviendo paulatinamente las necesidades básicas, en medio del abandono total del estado. En Calamar se creó la primera instancia organizativa de carácter gremial en 1981, denominado comité de Colonos o Comité Cívico campesino, que dio paso posteriormente al Sindicato de Pequeños Agricultores del Guaviare, SINPAG, que permaneció desde 1983 hasta 1998 y  operaba como autoridad reconocida de la localidad. Posteriormente, debido a que tuvieron que relacionarse de manera directa con el movimiento insurgente que empezó a ocupar el mismo territorio campesino, fueron perseguidos por las Fuerzas Militares. El incremento de los cultivos de la coca afectan de manera importante los procesos de la organización tradicional que construyeron mientras colonizaban (Entrevista a líder local en 2012). Además de las marchas cocaleras, otras dos manifestaciones importantes se recuerdan: i) En 1985 la Asociación de juntas del Guayabero y el SINPAG, organizaron la primera gran marcha de campesinos hacia San José del Guaviare, solicitando mejoramiento de la calidad de vida, por medio del arreglo de vías, centros de salud, escuelas, etc., un pliego de peticiones que nunca se cumplió; un año después realizan la segunda gran marcha llenando de maíz, yuca y plátano la Iglesia, los colegios y las escuelas, ante la ineficiencia del IDEMA de asegurarles su comercialización. ii) En 1988 se generó una movilización campesina para solicitar el levantamiento de la reserva forestal de la Macarena, que permitiera garantizar los procesos de colonización de más de 10 años.

 

Lamentablemente los acuerdos de las marchas cocaleras nunca se cumplieron, generando por el contrario una persecución a los líderes de la manifestación; grupos paramilitares acabaron con la estructura de las redes sociales de los movimientos que se habían conformado. Sin embargo, una de las sobrevivientes que puede contar la historia manifiesta con orgullo que a pesar de que el movimiento no logró trascender a nivel nacional y mucho menos internacional, logró situar a los campesinos en otro lugar y lograr que el Gobierno Nacional cambiara un poco el desconocimiento e invisibilidad de los antiguos pobladores de la región, así como los estigmas que los señala como aliados de la subversión. El mismo incumplimiento ocurrió en el Caquetá en donde se presentaron marchas similares de cerca de 100 mil marchistas a causa de las fumigaciones que llegaron a durar cuarenta y cinco días y los acuerdos firmados se incumplieron en más del 60%.[2]

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