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Caso documentado por Cristian Rodríguez, 2013;
Benjamín Garzón, 2012

En San Vicente de Chucurí hacia finales de 2011 era evidente la necesidad de unir esfuerzos y manifestar el inconformismo por la situación económica que estaban viviendo las familias cacaocultoras. Para ese año la disminución ingreso por familia llegó hasta un 40% menos. Esta recesión económica ocasiona que se altere social y económicamente el entorno cacaotero local. De una parte, los compañideros[1] entregan las fincas que tenían a su cargo a los dueños dada la pérdida económica que significaba seguir manejando la finca en compañía con los altos costos de producción, bajos volúmenes de producción por hectárea e indigno valor de venta. De otra parte, los dueños que vivían en sus fincas viven la misma situación de incapacidad de cumplir con los compromisos crediticios, pues cuando los créditos fueron aprobados y desembolsados se encontraban planificados con un flujo de ingreso de $5.500 pesos kilo.

 

En San Vicente de Chucuri, capital cacaotera del país, el 29 de Diciembre de 2011 en una dinámica de comunicación sin precedentes se integra la emisora comunitaria San Vicente Stereo y las juntas de acción comunal para convocar a más de 300 personas del campesinado cacaocultor a una marcha por las principales calles del municipio hasta llegar al parque principal y hacer visible su situación.

 

Posteriormente, de nuevo la emisora comunitaria San Vicente Stereo juega un papel clave en el ejercicio de comunicación, en particular, a través de su programa el “cacao está en la olleta”[2], mediante el cual se mantenía informado a toda la población cacaocultora del municipio y de otros municipios a través de emisoras aliadas a la red de emisoras comunitarias del Magdalena Medio “AREDMAG”[3] de la evolución y manejo de la situación en torno a la problemática de cacao.

 

A través de Skype, llamadas telefónicas, correos electrónicos y reuniones presenciales líderes campesinos de San Vicente y de otros municipios como Landázuri, Cimitarra, Girón logaron que el 16 de abril de 2012 se movilizaran más de 600 productores hacia Bogotá. Con recursos propios obtenidos a través de donaciones en efectivo y de rifas asumen un costo de movilización de más 40 millones de pesos. La Mesa Nacional Cacaotera que surge en ese proceso evidencio el inconformismo de las familias frente a su entidad gremial oficial FEDECACAO. El incumplimiento del gobierno de los acuerdos pactados llevó al límite de la paciencia de los cacaocultores. “Estábamos puramente trabajando a pérdida”, “estábamos que nos reventábamos”, “la única solución para que nos volviera a escuchar el gobierno fue salir a protestar, pacíficamente sí, pero tocaba protestar”[4] fueron sus argumentos.

 

Las rutas de protesta se mantienen. Se organizan por veredas, luego se concentran en la cabecera municipal, luego toman la vía hacia la panamericana para ir recogiendo los otros grupos y cuando están allí en el sitio denominado La Fortuna, salen hacia Bucaramanga para recoger los de Lebrija, Girón. En Bucaramanga marchan por la ciudad y las comisiones trabajan las mesas de trabajo con sus líderes y los demás están en la calle. Siguiendo este tipo de itinerarios, nuevamente se organizan y el 25 de febrero de 2013 previas conversaciones con líderes del gremio de los caficultores se llega al acuerdo de realizar un paro nacional de caficultores y cacaocultores escogiendo el sector de la Fortuna en la vía Panamericana como punto estratégico para realizar una manifestación pacífica. “Se escogió este lugar al ser una de la vías más importantes de Santander, del país y del corazón industrial la refinería de Barrancabermeja”[5], lo cual obligaría al gobierno a ponerles atención. Incluso el gremio de los cacaocultores chucureños estaban decididos a un paro pacífico indefinido.

 

La movilización duro nueve días recibiendo el apoyo de parte de la población misma. Vestidos con su ropa de labor diaria, botas de caucho, sombrero, poncho y machetes, claramente mostraban que eran campesinos, elaboraron mensajes como “somos parte de Colombia, escúchenos” [6]. Toda esta dinámica tuvo una estrecha sincronización con la Mesa Nacional Cacaotera en Bogotá la cual daba sus orientaciones. Como resultado de la acción se logró el incremento en $400 adicionales a los negociados el 16 de Abril del 2012, más $2.000 millones por parte de la gobernación de Santander equivalente a $400 por kilo de cacao, al tiempo que con el Banco Agrario se acuerda la reestructuración de créditos para agricultores que se encontraran vencidos en las cuotas de pago y para quienes estaban al día, la refinanciación de créditos. Los acuerdos no se cumplieron a cabalidad o no incluyeron cuestiones claves. Es el caso por ejemplo que cuando se reestructuro el crédito se mantuvo el reporte de incapacidad de pago ante la central de Información financiera, restando con ello capacidad de endeudamiento y acceso a futuros programas de gobierno.

 

El alcance de los beneficios de bonificación por kilo de cacao vendido no se encontraba claro para el 2014, hecho que llevo a convocar a los cacaocultores a ser parte del Paro Nacional Agrario.

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