Caso documentado por María Cristina Galindo, 2013
Defender su acueducto veredal de la privatización adelantada por la administración municipal, ha sido una tarea que ha emprendido la comunidad de la vereda La María durante los años 2008 y 2009 en el Municipio San Antonio del Tequendama, Cundinamarca. Este municipio, y especialmente la vereda de La María cuentan con un abundante recurso hídrico.
Siguiendo su Plan de Desarrollo municipal 2008-2011la alcaldía se propuso gestar la Empresa Municipal de Servicios Públicos con la participación de los cerca de 32 acueductos veredales. Dicho proceso comenzó con reuniones informativas a las comunidades precisando que el objeto de ese ajuste era beneficiar a toda la comunidad por medio del aumento a la cobertura con altos índices de eficiencia. Diagnósticos contratados a consultores externos daban cuenta de la grave situación por la que atravesaban los acueductos veredales en términos económicos, administrativos y en la prestación adecuada del suministro de agua potable.
Si bien existía disenso en la junta de usuarios sobre la opción de adjuntarse o no a la nueva empresa, en las asambleas, se determinó la conformación de diversos comités para averiguar sobre la normatividad y el estado legal del acueducto, así como la indagación con otras juntas de acueductos vecinas, sobre la situación que se estaba presentando. También se inicia el censo de los usuarios del servicio, y el estado de cuenta de cada uno de ellos. La división está asociada a alianzas políticas con el burgomaestre. Fue en ese momento donde se juntaron al proceso otros actores de reconocimiento en la comunidad pero que no eran habitantes de antaño, quienes en su intervención promovieron el consenso para actuar frente al problema en cuestión. Al compartir información con los acueductos vecinos, se encontró que todos estaban pasando por similares situaciones frente a las propuestas de la administración. Se comprobó que era un tema que despertaba interés y preocupación en las veredas de todo San Antonio. Ello llevó a que casi en bloque, las juntas de acueducto fueran reticentes a firmar el acuerdo lo cual fortaleció el vínculo entre acueductos vecinos y no vecinos para mantener un flujo de información constante. Además, y más importante aún, se establecieron alianzas que incluían la fusión de varios acueductos buscando tener mayor peso frente a una eventual negociación.
Las discusiones llegaron hasta el concejo municipal. Allí la administración, e incluso, el concejo mismo, se mantuvo en la posición de que quien no se integrara a la empresa no iba a ser apoyado. Las juntas de acueducto sostuvieron su posición y cuestionaron la viabilidad de la Empresa, en tanto que nunca se dio claridad sobre ella, ni se respondieron las inquietudes recogidas por la comunidad en todo el proceso: “ustedes nos cuestionan la viabilidad de nuestros acueductos, pero ahí están y han funcionado por más de 40 años en algunos casos, pero de su empresa no sabemos nada, solo sabemos que es de papel” [1].
Sumarse a la propuesta municipal era entendido para la comunidad como un acto que atentaba contra la dignidad y la memoria. Uno de los fundadores y vicepresidente del acueducto de La María para ese entonces, dejaba claro en todas las asambleas, y en las discusiones del concejo municipal que no era posible firmar ese acuerdo. “Yo como muchos vecinos, que me cargué a las costillas las mangueras, los ladrillos, los bultos de cemento, yo sudé para tener el acueducto. Ahora ustedes me van a quitar lo que es mío, y me van a cobrar, eso es una injusticia, nos van a acabar y les cuidamos al agua tantos años (…)[2]” Otro de los integrantes de la junta de acueducto, al respecto afirmaba que “el agua la cuidamos aquí, nos pertenece, y quieren cogerla y vendérsela a las piscinas de los ricos (…)[3]”.La administración tuvo que cambiar de estrategia, pues ya la presión venía desde los acueductos y finalmente conformó una empresa de servicios públicos con la participación de solo tres acueductos veredales.
Entre los años de 1940 y 1980 se reparte la Hacienda Cafetera La María entre sus trabajadores quienes dieron origen a un tejido social articulado por nucleos campesinos que hoy en día aún conservan el sentido de pertencia por la vereda que se fortalecio en torno a los proyectos comunes. Unode ellos fue el manejo del agua.
La primera red hídrica estaba conformada por zanjas que distribuían el agua en toda la vereda, y cuya construccion y mantenimiento reunía a la comunidad con días de trabajo comunitario con sus familias, y se organizaron turnos en el suministro de los alimentos para quienes estaban realizando el trabajo. Aunque sumarse a estas iniciativas era voluntario, la no participación en estas actividades era mal visto y tenía incluso sanción social por la comunidad. Es un orgullo, para quienes vivieron aquella época, sentirse parte de La María.
A partir de 1980 se da un visible cambio generacional y se incrementa la llegada de personas provenientes de la ciudad de Bogotá en busqueda de adquirir lotes para construir casas de descans. Aparecen nuevas construcciones y con ellas la necesidad de conducir el agua hasta las cocinas y los servicios sanitarios, para lo cual se implementa la adquisición de tanques recolectores que capten el agua proveniente de las zanjas y la conduzcan de ahí a cada punto en la construcción por medio de mangueras. En este tiempo se presentan los primeros conflictos entre la CAR y la población de la vereda, pues la entidad argumentabala insuficiencia del agua para proveer a Padilla, un poblado cercano. La comunidad vio amenazado uno de sus derechos fundamentales, recurso que generaba en ellos un gran sentido de pertenencia y en respuesta la comunidad se resistió considerando que el agua por la que se estaba discutiendo estaba en su zona y quienes la habían administrado durante el paso del tiempo habían sido sus ancestros. Fue aquí donde se conocieron los primeros líderes de la vereda en defensa de este proceso quienes tomaron la tarea de poner al día la parte legal y física del acueducto.
Se formaliza la junta de acueducto veredal La María y Las Angustias y se da un segundo proceso comunitario en pro de mejorar la red hídrica de las veredas con la instalación de la tubería central desde la naciente del agua hasta cada predio que necesitara la prestación del servicio. Se debe resaltar que esta época además del trabajo en comunidad, se caracterizó por el pago en dinero del derecho al servicio, su mantenimiento y funcionamiento. También se pone de manifiesto la urgente necesidad de mejorar la eficiencia de la prestación de los servicios de agua potable, por vía de la empresarización. Eso, implica para las juntas de acueductos comunitarios enfrentarse a un panorama muy crítico, dado que la modernización propuesta en la agenda política, deriva indiscutiblemente en la pérdida del carácter comunitario de estas organizaciones, donde los integrantes de la junta son aportantes, pasando a ser clientes que pagan por la prestación de un servicio.
Desafortunadamente, hoy en día cada vez hay menos personas que se atrevan a mantener vivo el sentir de la protección del patrimonio de la vereda. Según ellos “son mayores las disputas y las envidias, y a los que han llegado recientemente, les da lo mismo pagar lo que les pidan”. Esto debilita indiscutiblemente los procesos de resistencia ya impulsados por los habitantes tradicionales, pues es difícil que las nuevas generaciones de pobladores de la vereda asuman el difícil reto de enfrentar el panorama que se avecina con los lineamientos de política, acerca de los acueductos veredales, expuestos en párrafos anteriores. En otras palabras, cada vez son menos los que se identifican y viven el territorio de La María de la misma manera que sus habitantes tradicionales.