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Caso documentado por Néstor Julián Pinzón, 2009

Cerca de diez mil corteros con sus ropas de trabajo acudieron al debate sobre el cultivo de caña de azúcar en el Cauca y Valle del Cauca. En el parque principal de Pradera, Valle, a mediados de junio del 2008, se reunieron corteros descontentos e insatisfechos por su situación socioeconómica e invitaron a varios senadores para que conocieran sus reclamos; inclusive estuvieron trabajadores portuarios de Buenaventura, trabajadores de las empresas de servicios públicos, el movimiento indígena del Cauca y campesinos que tienen reivindicaciones similares.

 

A mediados de septiembre del mismo año los trabajadores del cultivo de caña, llamados corteros, tomaron la decisión de entrar en paro, frenando la producción de varios ingenios azucareros de la región, una industria de gran importancia y poder en el país. Se estima que 18 mil corteros, de 8 ingenios azucareros lograron con el paro disminuir el 70% de la producción de azúcar a nivel nacional.

 

Protestaban por el sistema laboral mediado por cooperativas de trabajo que libran a las empresas, en este caso a los ingenios, de pagar prestaciones sociales, parafiscales, dotaciones, primas y auxilios incluyendo el de transporte, entregando en apariencia una remuneración más alta. A principios de la década del 90 la contratación directa desapareció y se recurrió a la figura de las empresas asociativas de trabajo, que en el año 2000 pasaron a cooperativas de trabajo asociado. Aproximadamente 100 cooperativas de trabajo asociado contratan a más de 9.000 personas y liberan a los ingenios azucareros de las responsabilidades que bajo contratación directa deberían asumir.

 

Los trabajadores presentaron un pliego de peticiones de 20 puntos, que reclamaban entre otras cosas la disolución de la intermediación laboral y la contratación directa por parte de los ingenios azucareros, el control efectivo al peso de la caña recolectada, un aumento salarial del 30% y atención para más de 200 corteros que se incapacitan anualmente.

 

Para ASOCAÑA, gremio de industriales del cultivo de caña, la huelga fue promovida y manipulada por intereses políticos; alegaron no tener ninguna relación laboral directa con los trabajadores pues contratan directamente con las cooperativas de trabajo; aseguraban que un cortero gana en promedio $813.000, un salario superior al salario mínimo legal y uno de los más altos del sector agrícola.

 

En el transcurso de la protesta se presentaron incidentes y confrontaciones con la fuerza pública. Con apoyo de varias organizaciones sindicales, los corteros del cultivo de caña llegaron a la plaza de Bolívar de Bogotá para exigir atención del gobierno nacional y mostrarle a la nación las precarias condiciones socioeconómicas; un grupo se encadenó y realizo una huelga de hambre.

 

La huelga duró aproximadamente dos meses y tuvo un impacto importante en la economía nacional. Fue necesario importar 42 mil toneladas de azúcar desde el Ecuador y Bolivia lo incremento el precio del azúcar entre un 25 y un 30%.  La gasolina se encareció pues los ingenios no pudieron producir etanol. Luego de un tiempo se sentaron las partes en conflicto con el fin de solucionar y poder activar de nuevo la industria azucarera. Cada ingenio llegó a un acuerdo con sus trabajadores con ayudas para vivienda y educación. Uno de los logros fue el aumentar el precio de la caña cortada pues ellos trabajan a destajo.

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