Caso documentado por William Toro, 2013
Dentro de una visión alternativa de protección y equilibrio, Eco - Aldea Varsana y sus formas de producción de alimento plantean una forma alternativa para la producción de alimentos, teniendo como base una producción agrícola orgánica. La producción sostenible y de respeto por la naturaleza, la interacción con los consumidores, el establecimiento de puntos de venta y restaurantes, el uso de diferentes estrategias y medios de comunicación, son estrategias para materializar una visión y propuesta alternativa del mundo, oponiéndose a la explotación insostenible de los recursos naturales. El movimiento pretende establecer una alternativa a la producción de alimentos, a las relaciones sociales y la relación con la naturaleza, estableciendo una oposición al control y las relaciones de poder presentes en lo alimentario.
La Eco – Aldea Varsana, surge con el interés de una comunidad para la práctica de la cultura védica dedicada a leer y estudiar los Vedas (Veda significa conocimiento); uno de los objetivos es vivir en una aldea sustentable, lo que actualmente está en proceso. Este grupo hace parte de la Comunidad de la Conciencia y Devotos de Krishna que tiene presencia a nivel mundial, y en la que la Eco – Aldea es una representación de la visión que se tiene de la naturaleza y el mundo. Estableciendo una red de Eco – Aldeas a nivel mundial, se encuentran similares aldeas en Suecia, Alemania, Hungría, Italia, India, Venezuela, Ecuador, Perú, Brasil, Bolivia, Chile y Argentina. En Colombia existen, aparte de Varsana, las Eco – Aldeas de Gambhira (Sierra nevada de Santa Marta), Sachinandana (Rionegro, Antioquia), Vrindavanita (Arbelaez, Cundinamarca) y Nueva Govardhan (Cali, Valle del Cauca).
Eco –Aldeas propone una unión de espiritualidad, cuidado de la naturaleza y comunidad auto-suficiente. La visión es mundial para construir un entorno que no contamine, orgánico y sencillo basado en prácticas de voluntariados, enmarcados en una visón de vida holística, de realización espiritual y expansión de la conciencia a través de un estilo de vida yoguica. Actividades enfocadas al crecimiento espiritual, tales como retiros espirituales, la práctica del yoga, rituales y ceremonias, cursos de cocina, enseñanza de los vedas y la práctica de la agricultura consciente o agroconsciencia, son parte fundamental de este proceso colectivo.
La agricultura consciente propones prácticas que protejan y preserven la composición natural de los productos, principalmente a través de la agricultura orgánica para producir alimentos que no contaminen la tierra, el agua, los animales y los humanos, siendo estos últimos, los más afectados, al desconocer el origen y la forma de producción de estos alimentos. Rechaza las semillas transgénicas y su visión utilitarista que restringe la diversidad biótica por lo cual impulsa el uso de semillas autóctonas y los saberes ancestrales y se opone a los intereses de empresas como Monsanto, Syngenta, Dupont, Bayer, BASF, Dekalb, Seminis, entre otras. Ese tipo de agricultura es realizad apro ellos en la eco aldea; la mayoría de alimentos producidos son consumidos por los integrantes de la comunidad, otra parte se destina a los restaurantes en Bogotá y el restante es comercializado directamente a los consumidores los días domingos, que les permite, más allá de recibir beneficios económicos, ofrecer alimentos saludables a la comunidad.
Sus participantes son diversos en su procedencia de clases socioeconómicas, tradiciones culturales y religiones; si bien hay una fuerte presencia de la religión hinduista y otras filosofías orientales, la libertad de creencias y el respeto por las diferentes prácticas es fundamental para los integrantes de Varasana. Existe además una fuerte interacción con movimientos indigenistas, de vegetarianismo, de agricultura ecológica e ideologías en contra del consumismo y depredación de los recursos del planeta, y la concepción utilitarista de la naturaleza.
La comunidad de la Eco – Aldea está integrada por 25 personas, practicantes Hare – Krihsna, que viven en la finca, situada en la vereda El Ramal en Granada Cundinamarca, a 45 km de Bogotá, y otros integrantes que viven en otros monasterios en Bogotá. La organización está liderada por un maestro espiritual, seguido por los Líderes de los templos. Estos líderes siguen las disposiciones de Devotos Mayores (que llevan mucho tiempo en los templos), siendo el líder el mayor servidor. De igual manera, existe una jerarquía de práctica como los nuevos, iniciados, Brahamanes y Sanyasis (renunciantes). Al interior de la comunidad se han presentado conflictos por el tipo de vida monástica, los compromisos de vivir y compartir en comunidad, la práctica de la religión. Los conflictos con actores externos se presentaron cuando se inició la construcción del monasterio, hace 30 años, principalmente vecinos, e incluso en Bogotá, donde el rechazo se evidenciaba con insultos y grafitis. En la actualidad, las relaciones con los vecinos y autoridades locales se han fortalecido, participando en festividades locales e interacción con los centros educativos de Granada y Silvania.