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Caso documentado por Nicolas Chamat, 2009

El municipio de Nuquí, lugar de nuestra Acción Colectiva analizada, hace parte del Chocó Biogeográfico, se encuentra ubicado en el Golfo de Urabá, en la zona de amortiguación del Parque Nacional Natural de Utría, en la costa norte del Pacífico colombiano, en medio de una región privilegiada por los recursos naturales y la amabilidad de la gente. Cuenta con 7.366 habitantes, entre comunidades negras (mayoría) e indígenas, tiene una extensión de 956 kilómetros cuadrados, con más de 40 kilómetros de playas de distintos tonos que, por los cambios de marea, le dan a la dinámica de las comunidades y al paisaje un toque especial. Posee, además, cuatro de los ecosistemas más amenazados del mundo: selva húmeda tropical, arrecifes coralinos, esteros y manglares; de estos últimos, son más de 2.000 hectáreas en todo el municipio con 7 de las 10 especies de mangle reconocidas en Colombia.

 

El municipio se comunica, básicamente, por vía aérea y marítima, aunque puede llegarse luego de 2 días de camino desde Quibdó, pasando por el Baudó. En él existen innumerables atractivos, como más de 12 ríos y cascadas que entregan sus aguas al mar Pacífico; así mismo, nacimiento de aguas termales, flora y fauna variada y algunas especies endémicas. El clima está condicionado por la proximidad de la selva y la Serranía del Baudó, alternándose entre lluvias abundantes y períodos soleados. En época de julio a septiembre, es visitado por especies migratorias como aves, tortugas y ballenas jorobadas que encuentran en este territorio el refugio perfecto para alimentarse y procrearse.

  

El territorio posee, además, una gran riqueza cultural que aportan los conocimientos y la cosmovisión de dos etnias: los afrodescendientes y los indígenas emberá. Las comunidades negras viven de la agricultura, la pesca, el aprovechamiento de la madera y otros productos de la selva, que se explotan mediante prácticas culturales ancestrales. En este sentido, las mujeres, que mantienen la estructura familiar y son transmisoras de la herencia cultural, realizan diversas actividades de apoyo a los ingresos familiares, como la venta de alimentos, trabajo en hoteles y restaurantes, lavado y planchado de ropa y recolección de concha o piangua, etc.

 

De acuerdo con una de las líderes comunales, las consideraciones anteriores hicieron que las mujeres se cuestionaran el por qué ellas mismas, teniendo la experiencia y el conocimiento del lugar, no podían participar directa y realmente del negocio ecoturístico que generara valor agregado para la comunidad, mediante la mejora del producto que les permitiera incrementar sus niveles de vida.   

 

Desde hace más de 18 años los nativos comenzaron a plantear y ejecutar iniciativas para atender a los turistas que llegaban a esta región. Sin embargo, estas acciones se daban de manera espontánea, aisladas e imitaban lo que hacían los empresarios que llegaron, especialmente de Antioquia.  Ante esta situación, algunos habitantes de la región empezaron a organizarse bajo 4 operadores de turismo, quienes mediante la capacitación y el mantenimiento de la autonomía, tenían como propósito volverse fuertes en el tema turístico y en su comercialización, con el fin de dejar a un lado la idea conformista de “hacer la cabaña, tender la cama y fritar el pescado”, como elemento suficiente de atención a las personas que visitaban el sitio. Por otra parte, si bien las comunidades eran “objeto de proyectos sociales”, como lo señala una de las promotoras de las acciones, en éstos sólo recibían charlas y capacitaciones pero muy pocas ventas reales o ingresos para los pobladores.

 

Hacia 1990, 12 mujeres de la zona que entendieron la situación, entre las que se encontraban Aída Nelly Montaño, Amelia Hurtado, Josefina Klinger y Catalina Valencia, entre otras, tomaron la iniciativa de hablar sobre la problemática de sus congéneres en la región, con el fin de plantear y buscar soluciones a la misma. Inicialmente, las acciones del grupo estuvieron orientadas a la defensa y promoción de los derechos y, en especial, del territorio, siendo una de sus primeras movilizaciones la defensa del morro localizado frente al municipio de Nuquí y la oposición a la venta de 3.000 hectáreas. 

 

En el transcurso de estas acciones, fueron convocadas diversas organizaciones para que apoyaran los aspectos organizativos del proceso, que tuvo como resultado la creación de la Asociación General de Consejos Comunitarios de la Costa Pacífica Norte del Chocó “Los Delfines”, a la cual se vinculó la organización básica de Nuquí, liderada por las mencionadas señoras.  Posteriormente, debido a diferencias internas, todos los Consejos Locales de Nuquí decidieron retirarse de “Los Delfines” y crear la Asociación de Consejos Comunitarios General Los Riscales, en junio de 2001, con el compromiso de buscar el fortalecimiento local e institucional de los Consejos Comunitarios y articularlos a la nueva organización. Los ejes temáticos priorizados, los cuales centran su accionar en la dinámica cultural de la región, fueron Economía propia, Territorio, Gobierno y Autonomía.

 

Bajo estos planteamientos, formularon la Misión y Visión de la Asociación. La misión es Trabajar por la apropiación, manejo y uso de los recursos naturales para mantener la autonomía e identidad del territorio ancestral de nuestras comunidades, mejorando la calidad de vida de las familias. La visión es Contribuir en el fortalecimiento de la unidad familiar, la defensa y promoción de los Derechos Humanos, para garantizar la convivencia en armonía con equidad de género y generación y convertir a Los Riscales en un actor social capaz de incidir en las decisiones que afecten nuestra vida como pueblo.    En el marco de estas acciones y consecuencia de las mismas, nace la Corporación Mano Cambiada, como una respuesta a la necesidad de fortalecer la cadena productiva turística, con participación real de las comunidades locales del municipio de Nuquí. La Corporación se conforma, inicialmente, por 9 mujeres afrocolombianas y articula varios prestadores de servicios ecoturísticos del Chocó, con el fin de promocionar sus posadas y beneficiarse económicamente; tiene como misión integrar a las comunidades en un proceso endógeno de desarrollo sostenible, generando valor agregado para los pobladores, reinvirtiendo en aspectos sociales y en el mejoramiento del producto y la competitividad. 

 

Josefina Klinger, líder de esta organización, plantea como sus objetivos principales:  i) Desarrollar capacidad de gestión en los habitantes de Nuquí, para que ellos mismos sean dueños del ofrecimiento de servicios (ecoturismo) en la zona  ii) Ofertar productos turísticos de alojamiento y actividades complementarias con la riqueza cultural como valor agregado y el fortalecimiento comunitario como principio.

 

No obstante el empuje e interés en el proceso organizativo, esta líder siente que hay lentitud en los avances y muchos obstáculos a vencer, lo cual la ha hecho dudar sobre su continuidad al frente de la Corporación. En este sentido, es conveniente recordar, como se planteó en algunas sesiones de clase, evitar el “cortoplacismo” en este tipo de acciones y entender la “progresividad” en el alcance de los objetivos de la acción colectiva, lo cual implica articulación de los mismos, desde menos complejos a los generales o más complejos, mediante el afianzamiento de los capitales social y humano. 

 

La Corporación Mano Cambiada se asoció con otros tres operadores de turismo de Nuquí y hacen parte de la Red Colombia Verde. A pesar que el apoyo por parte del Gobierno Nacional ha sido efectivo, al punto que la Corporación firmó un convenio con Parques Nacionales para el manejo del Parque Nacional Natural Utría; por el lado de los hoteleros tradicionales del lugar, las relaciones son tensas ya que éstos sienten amenazadas sus actividades y han obstaculizado algunas iniciativas de la organización con la complicidad de administraciones municipales. 

 

La Corporación tiene a Nuquí como sitio de operación principal y posee una sede de operaciones en Bogotá. El proceso nace como respuesta a la necesidad de fortalecer la cadena ecoturística, con participación real de los habitantes locales del municipio de Nuquí y bajo tres valores corporativos: i) Turismo tomado como actividad de desarrollo endógeno, con la indispensable colaboración de la experiencia y el conocimiento externo ii) Turismo que guarda coherencia con los principios de sostenibilidad biológica y socio cultural iii) Turismo enmarcado en el respeto a la Ley, a la planificación  y la visión más internacional sobre el ecoturismo.

    

A su vez, la líder manifiesta que hace una apuesta de carácter político que conlleve a la resolución de conflictos colectivos, mediante la creación de coherencia y conciencia social, resaltando y potenciando las capacidades de la comunidad. 

 

Mano Cambiada se conforma, básicamente, por mujeres cabeza de familia. Está asociada con 3 organizaciones turísticas de la zona y trabajan bajo una marca común llamada “Nuquí Pacífico, es otro mundo”, vinculadas a la Red Colombia Verde. Previamente, las fundadoras de la Corporación habían movilizado acciones relacionadas con buscarle salida a la problemática de las mujeres de la región y en torno a la defensa y promoción de los derechos y del territorio. 

 

En este proceso se han presentado conflictos con los hoteleros tradicionales, quienes se han visto amenazados con esta propuesta; de igual forma, con la misma población local debido a lo que una de las líderes describe como su falta de visión para conocer sus potencialidades y aprovechar las oportunidades. En 2015 Josefina fue ganadora del Premio a la mujer Cafam.

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