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Caso documentado por Carmen Lucía Jaramillo Hoyos, 2011

“La gente decía: ¿cuándo se ha visto que un rico le venda a un pobre y todavía que sea negro?”

 

“La experiencia nuestra es un precedente de que podemos adquirir la tierra sin necesidad de invadir ni amenazar a nadie, siempre y cuando tengamos una cosa que es muy importante: la confianza en alguien que no nos defraude”

                                                                                                                             Noelí Angulo Mosquera-Coagrousuarios

 

El caso de acción colectiva a documentar corresponde a la Cooperativa Agropecuaria de Usuarios Campesinos de Patía – Coagrousuarios, organización con 27 años de existencia y una interesante trayectoria organizativa. En particular se analizará su proceso de consecución de tierras en un contexto de alta conflictividad como lo es el departamento del Cauca, y en particular el Patía, donde el 90% de la tierra está en manos del 10% de la población. Actualmente cuentan con 264 hectáreas escrituradas, dedicadas en su mayoría a la ganadería, teniendo como segundo renglón económico los frutales.

 

La acción colectiva toma fuerza debido a un cambio en las oportunidades del entorno y en la visión de sus líderes, que les permite un giro en las estrategias para consecución de tierras, lo que a su vez condujo a una reconfiguración de las estructuras de poder en el territorio, en términos económicos y sociales.

 

La historia, narrada por Noelí Angulo Mosquera, uno de sus principales protagonistas, deja entrever el tesón, el espíritu de libertad y la capacidad de luchar por los propios sueños que han caracterizado a la comunidad Afrocolombiana del Patía. Todo ello sobre el telón de fondo de los profundos lazos de confianza tejidos en el grupo. Por supuesto, la historia también está teñida de dificultades y desilusiones, pero es justamente eso lo que permite evidenciar la complejidad de las acciones colectivas, de las reivindicaciones culturales y de la interacción de las diferentes clases sociales.

 

El escenario:

 

El municipio del Patía que se encuentra ubicado al sur - occidente del departamento del Cauca en Colombia, a 82 kilómetros de la ciudad de Popoyán, capital del departamento.  Hace parte de la subregión sur, conformada por los municipios de Patía, Bolívar, Sucre, Argelia, Almaguer, Mercaderes, Florencia, Balboa y San Sebastián.

 

Es una población pequeña de 39.300 habitantes, entre los cuales el 64% corresponde a población rural y el 36% vive en la cabecera municipal, siendo mayoritariamente afrodescendientes (65%) (Presentación Power Point de Coagrousuarios)

 

En este municipio, que tiene una zona geográficamente rica con el valle que es bañado por el río Patía, ha tenido lugar el proceso organizativo de productores y pobladores rurales en torno a la Cooperativa Coagrousuarios que tuvo su origen en la Asociación Municipal de Usuarios Campesinos y en el año 1984 se constituye legalmente.

 

Desde la perspectiva de la identidad colectiva, que pone el énfasis en las múltiples formas en que los actores sociales crean y forman sus identidades y articulan y forman sus solidaridades, es interesante analizar el proceso de adquisición de tierras de Coagrousuarios del Patía, donde se evidencian fuertes relaciones sociales y de poder que configuran sus luchas por la tierra. Analizar su acción colectiva implica comprender que, como comunidades afrocolombianas, tienen una fuerte relación simbólica con el territorio, lo que los lleva a utilizar mecanismos de participación y representación comunitaria en la planeación y gestión del territorio, respondiendo a proyectos de vida que combinan los intereses individuales y colectivos de los asociados.

 

“La COOPERATIVA surge de la unión de pensamientos comunes de más de 22 campesinos Afro-colombianos productores agropecuarios, quienes motivados por la necesidad de estabilizar los precios del maíz se proponen unir sus esfuerzos y constituyen a Coagrousuarios.(…)es el resultado de una experiencia viva de gestión de las comunidades Afro-colombianas asociadas para buscar la promoción del desarrollo organizativo, económico y comercial en los escenarios, regional, nacional e internacional sin afectación del entorno que nos rodea.

 

COAGROUSUARIOS es una organización de economía solidaria que promueve el desarrollo de la comunidad afro descendiente del valle del Patía realizando actividades de producción, comercialización, agroindustria y provisión de insumos, mediante la ejecución y operación de proyectos, empleando tecnologías apropiadas que incrementan los niveles de producción , al mismo tiempo que se conserva el medio ambiente y se promueven valores para la convivencia pacífica y la cohesión social, buscando mejorar el nivel de vida de los asociados.

 

Sus actividades económicas giran en torno a la producción agrícola y a la ganadería, actividad que les genera los principales ingresos. Cuentan con ganado de la Cooperativa y además canalizan la comercialización de los asociados. Los miembros de la cooperativa reciben capacitación técnica, educación cooperativa, pequeños créditos del fondo rotatorio y beneficios de la actividad social y solidaria de la organización. Son justamente esos débiles procesos de adjudicación y titulación de tierras en el Cauca, los que llevaron a los miembros de Coagrousuarios a buscar la compra directa de tierra como solución para lograr consolidar su propuesta productiva. Sin embargo, el proceso deja en claro la dificultad para ejercer sus derechos como comunidad Afrocolombiana y el poco espacio político real que han tenido para incidir en la transformación de la estructura agraria del departamento.

 

Un ejemplo de tesón, organización y entendimiento de clases, desde la voz de uno de sus protagonistas

 

Entrevista a Noelí Angulo Mosquera, representante legal de Coagrousurios – agosto 19 de 2011[1]:

 

Un poco de historia: La Cooperativa nace en el año 1.984 de la Asociación Municipal de Usuarios Campesinos con la Ley 163, éramos 26 asociados y teníamos $26.000. Inicialmente el interés estaba en solucionar el problema de la comercialización del maíz que era el principal producto.

 

Con el IDEMA y sus puntos de compra se solucionó el tema del maíz, pero como teníamos fines de producción, comercialización, provisión de insumos y transformación, vimos la oportunidad de cambiar de actividad hacia la ganadería (en participación con algunos de los asociados), partiendo de créditos porque no teníamos tierra. Con las ganancias de la organización se pagaba el crédito.

 

En esos años se dio un momento de quietud, en que no íbamos ni para adelante ni para atrás y con Guillermo Echeverry, un compañero que era el tesorero, estábamos terminando en el SENA un curso de Administrador de Granja. Al salir la gente nos vinculó en Coagrousaurios como tesorero y gerencia, respectivamente. Nuestras primeras gestiones fueron con un crédito en la Federación de Cooperativas del Cauca, por el que se pagaban intereses anticipados trimestrales, por lo que no funcionó para ganadería. Algunos socios servían como fiadores solidarios.

 

Poco a poco fuimos incrementando el ganado y luego vino la crisis porque el IDEMA ya no estaba cumpliendo con las compras de maíz. En ese momento con el IICA y el MADR llegaron unos proyectos para apoyar en el transporte a los productores que estuvieran asociados. En asamblea decidimos que llegaran los recursos a través de la organización, pero que capitalizaríamos el 50% del dinero para invertirlo en ganado y tener así más activos.

 

Los primeros pasos y traspiés en la lucha por la tierra: En 2001 se compró un lote para la asociación. En ese momento aumentó el número de asociados, pero no muchos tenían el interés de trabajar solidariamente, sino que ponían los recursos para ahorrar (como en una cuenta de ahorros) y luego recuperar el dinero. En ese momento subió el número de asociados a 58 y luego a 72 hasta alcanzar 84 y en este momento somos 72 asociados con 52 activos.

 

Cuando compramos el lote, veníamos de un proceso de invasión de tierras para construcción de viviendas en una población que se llama el Estrecho, que a pesar del nombre, realmente es muy extensa. Había una hacienda, se les dijo que vendieran y no quisieran, así que se les invadió. La idea era que cedieran unos lotes para construcción de viviendas, pero era por la gente, no para nosotros. Queríamos que la gente tuviera también un terreno para trabajar, porque una casa no produce.

 

En el Patía el tema de tenencia de la tierra era duro, la mayoría de los que tenían tierra era por herencia, pero el 90% de la tierra estaba en manos del 10% de la población. Ahí ya nosotros habíamos trabajado con el INCORA en capacitaciones sobre todas las posibilidades de reforma agraria. Habían llegado en ese momento unos amigos a directores del INCORA en Popayán. Había presupuesto, pero nunca se había logrado llegar a comprar terrenos. La ley era muy bonita, pero no daba la opción de comprar tierra. Había muchas presiones a los funcionarios para que finalmente las cosas no se dieran. Incluso como gobernador estaba un amigo (Temístocles Ortega) y no logramos nunca tener una respuesta clara.

 

Se hizo la invasión en el Estrecho y se logró negociar un terreno bueno para la ganadería, pero se necesitaba trabajar también la parte agrícola.  En la organización éramos cinco los directivos y un tío mío, Luis David Mosquera, estaba de alcalde del Patía y oyó comentarios que decían “para acabar con eso hay que matar a los líderes” y yo era el sobrino, estaba el yerno, estaban otros sobrinos, así que bajó un día y nos pidió que nos retiráramos para no tener problemas, así que abandonamos la hacienda. Se acabó la invasión.

 

Luego de esto entra Tito Javier a liderar un proceso de compra de tierras para lotes de vivienda, pero ya comprados. Entonces dijimos, esta no es la estrategia, hay que cambiarla por una bolsa común, negociar directamente con el dueño, sin invadir, sin amenazar, se cambió la estrategia y dio resultado, se compraron 60 lotes de 300 m2, incluyendo un lote para la Cooperativas, todo esto cerca del casco urbano. Fueron lotes comunes comprados con la capitalización del ganado y con los recursos que cada uno aportaba.

 

Un asociado, Joaquín María Angulo, que es de los fundadores, dijo: “vea sobrino, usted como gerente tiene dos trabajos: uno conseguir un lote para la organización y otro conseguir la plata para comprar el lote”. La plata no era problema porque ya teníamos un capital de $15 millones en ganado, pero ¿Quién vendía en el Patía y menos todavía, cerca? Cuando apareció fue porque Dios nos lo mandó; yo pensaba: mi papá compró tierra, mi abuelo y mi mamá también, y a mí no me vas a dejar un pedacito?

 

Apareció un señor que vendía 30 plazas planas a orillas de la carretera Panamericana y le pedimos que nos vendiera 3 plazas en una esquinita, pero dijo que sólo las vendía todas. Hablamos con unos asociados y se fueron juntando para recoger la plata. Pero apareció un asociado infiel que tenía el mismo apellido mío y yo, por confiado, le di el teléfono del vendedor y empezó a hablar con él, así que de las 30 plazas se quería quedar con 17, porque negoció directamente con dueño de la finca. El socio que negoción bajo cuerda y con engaños, siguió siendo parte de la Cooperativa.

 

Fue un desconsuelo grande!! la gente había consignado los recursos en la cuenta de la Cooperativa. Un asociado me dijo: no Noelí no se preocupe, el que vende un poco vende más, y así fue, a los 4 días el administrador de la finca habló con el dueño y le explicó que le había vendido 20 plazas a los que no era, que el señor tenía el mismo apellido pero no eran los que inicialmente lo habían contactado.  Así que hablamos con él para que nos vendiera 23 plazas (eran $2 millones por cada plaza); esta primera finca se llamaba El Manzanillo. Cada uno depositaba en la cuenta de la Cooperativa el valor de las plazas que necesitaba y así fue como recogimos el dinero e hicimos los giros al dueño de la finca. Con él el negocio fue de palabra: “Una promesa de venta no es mi palabra porque ese papel se arranca o se moja, mi palabra prevalece hasta que yo me muera”, nos dijo el vendedor y también nos aseguró que seríamos los primeros opcionados en comprar, si él se decidía a vender más tierra.

 

Fue así como luego nos ofreció otras 30 plazas y yo le dije que no tenía plata, a lo que él me respondió “pero tiene un grupo muy bueno”. Y era cierto, pues ahí mismo salieron asociados a respaldar el negocio con un Toyota, una moto y $10 millones, de esta forma empezamos la nueva compra. El dueño entregó el terreno rastrillado y limpio para trabajar.

 

Definimos que a orilla de la carretera iría la ganadería y al fondo agricultura, para que no se robaran las frutas por las noches. La finca la dividimos en tres franjas, de acuerdo con la vocación productiva y los intereses que cada uno había manifestado (ganadería o agricultura). Se hizo una carretera para que todos tuviéramos acceso a la vía “no éramos ingenieros, pero nos quedó muy bien”. Ahí fue cuando les dije que dejáramos una vía bien ancha porque la próxima finca que íbamos a comprar era El Edén, todos creyeron que estaba soñando… Era un lote colectivo pero cada uno tenía marcado su pedazo donde iba a trabajar. También teníamos las 3 plazas de la Cooperativa con una bodega, un baño y una pieza, para que fuera un área común.

 

El día lunes fue lo más bonito, con todos los lotes preparados.. Él tenía tres tractores: uno para preparar terrenos, otro para fumigar y otro para sembrar: tres empleos. En cambio con nosotros, el primer día vimos más de doscientas personas trabajando, porque cada uno tenía su pedazo y contrataba tres o cuatro para sembrar.. había gente por todos lados. No había árboles porque el señor había talado todo, hoy en día hay árboles de mango, cítricos..  ya hay bosque y se ve muy bonito.

 

La coca que, sin querer, trajo agua: De ahí empecé a gestionar lo del agua para el riego. Yo estaba en la junta directiva de la Asociación para el Distrito de Riego del Patía, y formulé una propuesta para esos terrenos. Me dijeron que la propuesta estaba bien, pero necesitaba conseguir los recursos para los estudios y el diseño del distrito, que sumaban $49 millones; con eso jalonaba otros $700 millones. Sin embargo, no logré conseguir el dinero para los estudios, tenía casi seguros los $700 pero no pude conseguir los $49 millones. Sin embargo, por la CRC salió la construcción de unos pozos profundos, con lo que perforaron tres pero faltaron más.

 

En ese tiempo estaba creciendo lo de cultivos ilícitos en el Patía y vino USAID para proponer la erradicación voluntaria y así evitar las fumigaciones. Uno de los asociados que tenía terreno allí, había sembrado unas maticas de coca, aunque no tenía casi nada y ni las miraba… pero como estaban las escrituras colectivas, entonces nos dijeron que todos nos podíamos beneficiar de los incentivos, pero que garantizáramos que el señor arrancara la coca. Se le propuso y al otro día la arrancó diciendo: “creí que eso iba a dar, pero no da nada y yo lo que quiero es trabajar”. Hablamos con USAID y se adelantaron los estudios para saber donde perforar; se hicieron las instalaciones y a 16 predios se les dio riego por goteo con sistemas de embalse por compensación. Todos los lotes se bombean desde un pozo profundo y cada uno cuenta con un motor. Se sembró papaya, melón, sandía, maracuyá y mango.

 

La confianza que consigue tierra y reivindica nuevas relaciones en el territorio: En el año 2003 empezamos la negociación del Edén, la finca con la que yo soñaba y por la que habíamos dejado la carretera trazada en el primer terrero. En ese momento había 104 interesados (no todos de la cooperativa) y hablamos con Rodrigo Serón en Popayán, que fue gobernador y amigo de ahí de la zona. El dijo que si vendía y que costaba $680 millones, se pactó el pago en 3 meses.

 

Entre los interesados en El Edén había asociados a la cooperativa y otros que no, por eso abrimos una cuenta bancaria a nombre de tres personas para recoger la plata (dos asociados a Coagrousuraios, incluyéndome a mí y otro que no lo era) y para escriturar todo el predio a nombre nuestro, ante la imposibilidad de entregar inmediatamente el terreno a todos los propietarios. Faltando un día para vencerse teníamos sólo $600 millones y había otros interesados en el predio haciendo una oferta más alta con dineros subterráneos.

 

En el Banco ya comenzaron a llamarnos asustados por la cantidad de plata que estaba entrando a la cuenta, pero les explicamos y no hubo problemas, lo mismo pasó con la DIAN. Cuando ya teníamos toda la plata, que ahora eran $715 millones con los intereses, el problema era pagar el giro al propietario, pues costaba $14 millones. Ese día que debíamos consignar había un foro agropecuario en El Patía, con la presencia del Ministro de Agricultura y otros funcionarios, como los gobernadores de Nariño y Cauca, y el gerente del Banco Agrario, así que me fui a hablar con el gobernador y le dije que necesitaba hablar con el Ministro para que nos solucionara el inconveniente del costo del giro. Una ventaja era que ya el gobernador había dicho que en el Patía se estaba dando un proceso interesante donde los mismos productores estaban comprando tierra y no invadían, no amenazaban, que era una experiencia que había que apoyar. Llamó al gerente del Banco Agrario y al Secretario de Agricultura para ver cómo nos podían ayudar y así fue: nos propusieron que abriéramos otra cuenta en Cali a nombre de los tres y allá nos giraban sin ningún costo para que pagáramos con cheque de gerencia.

 

En la noche ya le llevamos el dinero al vendedor y nos presentó a la esposa y las tres hijas, nos dijo: “estas mujeres fueron las defensoras de ustedes, siempre me dijeron que la tierra la vendiéramos sólo a ustedes, así fueran $200 millones menos, porque ustedes son de la región, mi papá trabajó esta tierra, con ella nos educó y nunca un negro de aquí se nos ha robado nada, no se ha perdido ningún animal. Nosotros en agradecimiento queremos que la tierra que fue del negro, vuelva al negro y ustedes son los llamados”. Además sabíamos de donde venían los recursos de los que estaban ofreciendo más plata.  Esa tierra tenía que ser para ustedes.

 

En ese mes y doce días de la consecución de los recursos, yo no dormía, bajé 4 kilos y orábamos mucho para que el proyecto saliera. Nosotros sabíamos quiénes estaban detrás para quitarnos el negocio y hacernos el daño, nos dolía porque era gente de la misma región, de los mismos de uno, afrodescendientes.

 

Para la distribución de la tierra no hubo ningún inconveniente, estuvimos dos años con la finca en común y ahí también se le pidió a la gente que dijera donde quería quedar y con quien quería quedar de vecino. La Cooperativa quedó con dos hectáreas. Pasados 15 días, de $4 millones que costó cada hectárea en la zona plana, ya estaban ofreciendo $6 millones; algunos vendieron, pero cuando fueron a comprar ya les costaba mucho más. Hoy en día allí se trabaja ganadería silvopastoril. Los tres dirigentes podíamos escoger la parte de terreno que quisiéramos. Yo tengo 3 hectáreas en El Edén y una en el Manzanillo.

 

La notaria colaboró mucho y se hizo la entrega de los predios, cada uno tiene su escritura registrada. Unos tienes 10 Ha, 18 Ha, 22 Ha. El área donde está la casa y la báscula es un área para todos, allí hacemos el sancocho, los encuentros y es un precedente de que podemos adquirir la tierra sin necesidad de invadir ni amenazar a nadie, siempre y cuando tengamos una cosa que es muy importante: la confianza en alguien que no nos defraude.

 

Entre el Manzanillo y El Edén sumamos en total 264 hectáreas y tenemos una riqueza muy grande que es el agua que brota, además del pozo profundo, con ello tenemos todo para sacar adelante una ganadería muy equilibrada.

 

Los sueños actuales: Dentro de la organización tenemos unos comités: el de ganadería, el de compras y el comité social o solidario, siempre hacemos anualmente un encuentro con todas las familias de los asociados. También contamos con seguros porque somos asociados a Seguros la Equidad.  Igualmente tenemos un fondo rotatorio, proyectamos ampliarlo para tener un recurso constante que se pueda prestar a los asociados.

 

 Como Cooperativa tenemos un capital de $105 millones, incluyendo todos los bines. Tenemos la idea de empezar a apoyar el tema de educación con el 50% del valor de los útiles de los hijos de los asociados y poder ir subiendo a la escala universitaria. Varios de los hijos de los asociados están estudiando carreras afines al campo y la idea es que se vinculen a la Cooperativa, por eso tenemos un grupo juvenil.

 

Otro campo de acción nuevo para la Cooperativa son los servicios de inseminación artificial que nos están solicitando de otros municipios, de esa forma ponemos a trabajar socialmente los equipos que hemos conseguido con los proyectos ante el Ministerio de Agricultura.

 

Nuestra experiencia ha servido de modelo para otras organizaciones. Al principio fue duro, decíamos que íbamos a comprar tierra en Manzanillo y no nos creían, pero en la segunda fase ya había expresiones como “y cuando se ha visto que un rico le venda a un pobre y todavía que sea negro”, pero con los propietarios era todo lo contrario, nos fue excelente, no teníamos problemas de nada, se les giró, se les pagó y además, cuando necesitamos un servicio en el banco, siempre es inmediato”.

 

Seguimos pensando en lo de tierras, siempre nos han llamado a las mesas de tierras, donde hemos dado algunas pautas que se tienen en cuenta.  Ante el Incoder siempre decíamos que el estudio de títulos y suelos no corriera por cuenta del productor, sino que saliera del mismo proyecto y ahora es así…

 

De esta forma, se fue configurando una posición en la cual los Afrocolombianos de Coagrousuarios parecieran estar totalmente alineados con las dinámicas del mercado y se relacionan con la institucionalidad Estatal para obtener beneficios de la oferta de proyectos, distanciándose de las prácticas indígenas para acceder a tierras mediante las tomas e incluso la consititución de resguardos.

 

En el caso de Coagrousuarios, aunque la identidad Afro es muy marcada, no parece evidenciarse un interés por constituir territorios colectivos ni Consejos Comunitarios, sino que su lucha se centra en el acceso a la tierra y el reconocimiento social como propietarios y empresarios del campo. No se evidencia una reivindicación social como pueblo Afro, sino como ciudadanos rurales Afrocolombianos que buscan integrarse a las dinámicas del mercado y de la producción agropecuaria en condiciones de competitividad.

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Coagrousuarios compra de tierra en colectivo afro
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