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Caso documentado por Guillermo Fernández, 2009

 

En los mismos cerros orientales otra iniciativa colectiva, con otras características denominada Casa Taller Las Moyas, busca constituirse como una alternativa cultural, ecológica y política. Ubicado en el Boquerón de Guascaque la MOYA, Movimiento de Organización y Acción Comunitaria tiene como misión re-significar la manera como la gente vive y habita los espacios públicos, como se relaciona y comunica en el territorio cotidianamente. La casa es un sueño de un colectivo que busca reconocer la experiencia de los mecanismos de resistencia cotidiana popular como la autoconstrucción de vivienda y autogestión de los servicios públicos domiciliarios como el acueducto y de los salones comunales por medio de comités de trabajo; quiere promover mingas para alentar la participación en jornadas de construcción y mejoramiento del espacio público, de limpieza del entorno, en el apoyo a las huertas de vecinos, en las celebraciones y convites. 

 

A través de un lenguaje artístico y ritual quiere fortalecer la identidad territorial a través de la construcción colectiva de experiencias que afiancen la confianza mutua.

 

La MOYA comunitaria se plantea como una cumbre itinerante que irá recorriendo los hitos geográficos del Boquerón de Guascaque: el Cerro “Los Cazadores”, la micro-cuenca del río Molinos, el Cerro “Las Moyas”, el cerro El Chocolatero, la ronda del río Teusacá, el anillo vial, canchas deportivas, salones comunales y demás espacios públicos y comunitarios del territorio para construir su propia identidad y reconocer las fronteras socio-ambientales del mismo.  Recorrer el territorio permitirá que se afirmen las relaciones “amigancia” y de solidaridad entre organizaciones y personas y que facilitará la dinamización de “caracolas” vecinales.  Estrategias como el perifoneo, los altoparlantes, el canal comunitario, un periódico local, permitirán convocar y comunicar de manera continua. Con esta acción colectiva renace el pensamiento de aprender conviviendo a 3100 msnm, un sueño que se viene coloreando.

 

En la casa taller, las niñas y niños, y demás jóvenes expresan sus sentimientos, revaloran su entorno por medio del arte que como dice Natalia de 13 años “es un espacio para construir, para aprender y jugar”.  Nicolasa, fuente de ese sueño afirma que “la casa taller es un sólo organismo vivo, que ha construido una casa para compartir, convivir, aprender y sobretodo desaprender. Quisiéramos que en este nuevo tiempo se sumaran más personas al proceso, gente que quisiera conocer y aportar a nuestra experiencia, haciendo parte de un todo que sigue inmerso en la eternidad, este es un sueño que depende del querer estar, depende de querer entregar un saber, del querer humanizar y compartir un sueño de muchas voluntades”. Las niñas y niños de la casa taller, por medio de un video divulgativo de la organización, lograron reunir el dinero necesario para ir al mar en las vacaciones de XXX.  Casi 40 niños fueron del páramo al mar, conocerán el mar Caribe.

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