Cincuenta productores paneleros realizaron una toma pacífica de las instalaciones del Ministerio de Agricultura en Bogotá en mayo de 1988. Exigían la atención del ministro para que les diera solución a la crisis económica que estaban viviendo debido a la elaboración de panela por parte de los ingenios azucareros que incumplían una serie de pactos acordados.
Uno de los antecedentes más importantes para la cristalización de la conformación de un gremio nacional panelero fue la realización del Primer Foro Nacional de Productores de Panela de Bucaramanga con participación de trece departamentos productores y algo más de 500 delegados en 1978, en plena crisis de precios y con una sobreproducción sin precedentes (Corpoica, 2000)[1]. Durante la realización del Cuarto Congreso Panelero en septiembre de 1987, paneleros del Valle lideraron un movimiento de reivindicación del sector amenazado por la producción de panela con azúcar. Dado que la situación se agudizó se pasó a la denuncia pública y a la movilización de productores en varios municipios del país. Ante las protestas, se realizaron algunos pactos y acuerdos con los ingenios con intermediación del gobierno para que estos se dedicaran exclusivamente a la producción de azúcar. Algunos ingenios dejaron de producir panela abiertamente, pero eso no significó el fin de la incursión de los ingenios en el negocio panelero. Desde entonces, los ingenios han acudido con frecuencia a la práctica de derretir azúcar para producir panela falsa, como una manera de enfrentar las crisis de sobreproducción de caña de azúcar (Robledo, 2010)[2]. Es durante esta época de la falta de atención gubernamental en medio de una seria crisis que un grupo de paneleros se toman pacíficamente el Ministerio de Agricultura.
En el año 1988[3], Asopanela era una organización de carácter nacional que con sus pocos integrantes, hasta ese momento, buscaba mejorar las condiciones del sector panelero del país. Guillermo Pavón productor panelero de Cundinamarca líder de Asopanela tenía una oficina en Bogotá desde donde llamaba a las asociaciones del país y mantenía en constante diálogo; hacía parte de los productores que realizaban las denuncias, especialmente la concerniente a la producción de panela por parte de los ingenios en incumplimiento a una serie de acuerdo establecidos con anterioridad. Era necesario dialogar con el Ministro de Agricultura, pero como las citas no se concretaban toman la decisión de ir hasta el ministerio para presionar el diálogo, respaldados con un grupo de productores. Por cercanía y facilidad de transporte contactan un grupo de paneleros de Villeta, que al saber que la idea era tomarse el Ministerio se niegan a participar pues evocan la toma al Palacio de Justicia ocurrido tres años antes y sienten miedo. Luego de una espera de 15 días aproximadamente son convocados precisando que no va realizarse una toma, sino que la presencia de ellos es necesaria e muy importante para respaldar a los líderes en la exigencia de la atención del ministro para poder dialogar. Los paneleros aceptan con algos de incertidumbre.
“El 23 de mayo de 1988 a las 3:30 de la mañana salimos en un bus de la flota Santafé desde Villeta hasta Bogotá; éramos alrededor de 40 personas. Los paneleros del Valle que eran los de mayor poder financiero en ese momento en el país habían dado el recurso para el transporte. Cuando llegamos a Bogotá fuimos primero a la oficina de Asopanela porque debíamos recoger una papelería, luego sí nos fuimos para la oficina del Ministerio que quedaba en la Carrera 10 con Calle 21. Cuando llegó el bus nos bajamos, entramos al edificio y comenzamos a subir por las escaleras al tercer piso; los líderes iban adelante: (…) luego seguía el grupo de paneleros de Villeta y yo iba atrás con unas cajas de la papelería y otras de panela e iba empujándolos para que subieran, pues todos de alguna manera sentíamos miedo. Eran alrededor de las 9:00 am cuando llegamos al tercer piso, Carlos Arturo tomó la palabra y dijo: ‘Esto es una toma pacífica al Ministerio de Agricultura, estaremos aquí hasta que el Ministro nos atienda’” (Entrevista con Gilberto Hernández, 20Xxx). Con sillas se bloquearon las puertas, ascensores y escaleras para impedir la entrada y salida de personas del tercer piso que era donde se encontraba la oficina del ministro. “Como no existían teléfonos celulares, la estrategia era que cada persona cogía los teléfonos de las secretarias y empezamos a llamar a los medios de comunicación, a líderes productores de todo el país, a los mediadores del gobierno y a otros actores necesarios para el diálogo y el respaldo de la toma”. De otro lado se impedían las llamadas a personas diferentes de las que se esperaban para la concertación. “Se llevó papelería con mensajes y en el transcurso del día se fotocopiaba las hojas donde estaban las consignas, las cortábamos en el piso y las tirábamos por las ventanas a la calles con el fin de generar opinión pública. Las consignas decían: ‘Contra la producción de panela en los ingenios, los paneleros en pie de lucha’. También se tenían pancartas alusivas al motivo de la toma”.
“Otra estrategia utilizada en la toma fue regar panelas por las escaleras, los ascensores, los pasillos y las oficinas, la consigna era: ‘Como no vale nada, entonces votémosla’. Todo el ministerio quedó llenó de panela botada en el piso. Cada líder tenía su rol y su función que cumplir. Henao era el de los teléfonos, las llamadas, las comunicaciones, Cruz era el de las relaciones públicas, Bejarano nos daba ánimos y nos alentaba. Pero definitivamente el motor, el jefe, era Henao, él era el “comandante” y el “segundo” era Parra. Yo (Gilberto) era el del pueblo, cómo yo había llevado a los paneleros con un cuento distinto a lo que estábamos haciendo, entonces mi misión era calmarlos cuando se asustaban. Luego de ver todo el trabajo que se estaba haciendo y que era por ellos y por los paneleros del país que se estaba luchando, porque el hambre los estaba apretando, tomaron con confianza y decisión y participaron activamente de la toma. Todo fue muy pacífico, el objetivo era el diálogo.
Cuando estábamos en Asopanela y antes de dirigirnos al ministerio, pensamos que éramos muy pocos y que de pronto no nos iban a poner atención. Entonces alguien dijo que fuéramos al parque de los Mártires y recogiéramos gente de la calle para vestirlos de campesinos y llevarlos a la toma para que “al menos hicieran bulto”. Sin embargo decidimos no hacer esto porque nos daba miedo de que los pusieran a hablar y se dieran cuenta de que era gente que no tenía nada que ver con la panela y mucho menos que no eran campesinos.
A las 10:00 am llegó la policía antimotín, pero como ésta no podía entrar hasta donde estaba el bloqueo, comenzaron a gritarnos que despejáramos la entrada y los ascensores; el grupo de productores de Villeta comenzó a sentir miedo porque nunca antes habían hecho algo similar, incluso muchos no habían estado nunca siquiera en Bogotá, en esos momentos era cuando yo debía ejercer mi rol y tratar de calmarlos. Bejarano también nos daba ánimos y aprovechando que ya habían llegado también los medios de comunicación, dijo ‘Sólo nos iremos del ministerio cuando nos den una solución’. No estábamos preparados para eso, se generó mucha incertidumbre y miedo cuando llegó la policía.
La policía entonces se quedó cuidando las puertas principales del edificio para que no saliera ni entrara más gente mientras que los medios de comunicación comenzaron a realizar entrevistas a los productores que habían recobrado la confianza en lo que estaban haciendo. Se dio la trasmisión de la toma al ministerio por Caracol, RCN y otros canales; sin embargo al pasar de unas horas, la noticia (nuestra toma) comenzó a perder fuerza debido al secuestro de un avión que ocurría en ese mismo momento. Pasaron las horas en medio de arrojar mensajes por las ventanas, dar entrevistas a los medios, recibir llamadas de apoyo de líderes paneleros y asociaciones de varios departamentos del país, aumentar la convicción en lo que hacíamos y almorzar a las 3:00 de la tarde con pollo asado que logramos que nos llevaran, porque no habíamos comido nada durante el día, lo que quedaba era resistir y esperar hasta que llegaran los mediadores y actores que se sentarían a dialogar con el ministro para dar la solución al objetivo que se buscaba: frenar la producción de panela por parte de los ingenios azucareros.
Después de las siete de la noche comenzaron a llegaron todas las personas que se esperaban y fue cuando se pudo dar inicio al diálogo y a la reunión con el ministro que concluyó hacia las 11:00 de la noche. La reunión concluye con un documento firmado por el gobierno, los mediadores políticos, el representante de los ingenios y el representante de los paneleros, en el cual los ingenios se comprometen a no volver a producir panela en sus fábricas. Se tiene en cuenta el impacto económico y el perjuicio que esto traería para las más 100.000 personas que tenían su sustento en la producción artesanal de panela. Además, los azucareros cuentan con un subsidio y respaldo que no tienen los paneleros.
La toma terminó a las 11:30 pm, hora en la cual nos despedimos de los líderes y compañeros y bajamos de Bogotá en bus, llegamos a Villeta ‘como los héroes de los paneleros’, muy contentos de haber cumplido con la misión y con la esperanza de que ahora sí, los azucareros cumplieran el acuerdo (…) Si no hubiéramos hecho esa toma pacífica, tal vez actualmente no existiríamos los paneleros ya que ese fue el “florero de Llorente”, que concluyó con la elaboración de la Ley 40 de 1990. Para mí, la toma, es la razón por la que hoy estamos vivos los paneleros”
Para otro líder panelero, “La toma sirvió para llamar la atención de la problemática del sector panelero debido a la presencia de los medios de comunicación. Sin embargo los efectos no se vieron en el corto plazo porque el viceministro posterior al acuerdo firmado ese día, hizo una resolución en la que aún se le permitía –o mejor- no se le negaba la producción de panela a los ingenios y con el agravante de que estos continuaban con los subsidios. El efecto positivo más importante se ve en el largo plazo, cuando después de dos años de que los líderes continuarán trabajando, el objetivo sí se consolidó con la elaboración de la Ley 40 de 1990” (Entrevista a Bernardo Olaya, Villeta, 201XXX).
En noviembre del mismo año de la toma, durante el Quinto Congreso Panelero se oficializa la conformación de FEDEPANELA. En diciembre de 1990 se aprueba la Ley 40 que protege la producción artesanal de la panela y “constituyó una victoria de los paneleros, que vieron cómo sus intereses dejaron de depender de la buena voluntad de los ingenios dicha ley ha impedido que estos últimos produzcan panela abiertamente” (Robledo, 2010).