Caso documentado por Adriana Fernández, 2013
En otro punto de la geografía nacional se avanza en la búsqueda de reconocimiento de una ZRC de hecho. Se trata de la Asociación Campesina de Inzá – Tierradentro ACIT, nace en 1997 con el objetivo de impulsar para los campesinos de la región un desarrollo socioeconómico endógeno y autogestionario que mejore las condiciones de vida de las y los pobladores de Tierradentro. Como uno de los hitos importantes de su organización, está la movilización realizada en 2005 junto con sectores campesinos de Páez en el municipio de Inzá y cuyo detonante fue la voluntad de adquisición de tierras por parte del Cabildo Indígena del municipio de Totoró, quienes habían logrado financiación del Estado para tal fin después de protestas realizadas en 2004. Las tierras a adquirir hacían parte de una finca ocupada en la modalidad de arrendamiento por campesinos de la zona, los cuales vieron cómo indígenas ocupaban esas tierras sin esperar que tal contrato cesara. La desventaja que encuentran los campesinos frente a las respuestas del estado se condensa en la frase “los indios tienen privilegios y los campesinos no“ (Rincón, 2009:56)[1].
Según el acta de acuerdo firmada, los campesinos reclaman reforma agraria y asignación de recursos económicos del gobierno nacional para la adquisición de tierras por parte de las comunidades campesinas; definición del territorio correspondiente a comunidades campesinas e impulso y constitución de la Zona de Reserva Campesina en el municipio de Inzá; acceso a la educación e incidencia en la construcción de contenidos curriculares; acceso a los servicios de salud y prestación del servicio” (Ibid). Sus rreivindicaciones se sustentan en el abandono que viven los campesinos de la zona fruto de una “desventaja histórica” provocada y ejercida por el Estado. Según Acit esta desventaja no se da solo en el Cauca sino en todo el país, siendo desconocidos por la Constitución Nacional, sin garantías efectivas para su reconocimiento legal ni medidas de protección o políticas de promoción de sus derechos. Sus demandas van más allá de la tierra a demandar un territorio que se constituya en zona de reserva campesina, “en donde las decisiones se toman de manera autónoma, participativamente y por consenso en la comunidad, respetando las diferencias y buscando entregar a cada persona y al ecosistema lo que necesita y exigiendo de éstos lo que cada cual puede dar, generando, a su vez, una capacidad de autogobierno colectivo que aumente el grado de felicidad de las personas que lo constituimos y nos haga interlocutores válidos frente a los demás actores de la sociedad” (Acit, 2012: 2)[2].
La necesidad de consolidar un proyecto de desarrollo orientado por su propia concepción de progreso y bienestar es uno de los objetivos más importantes de la organización y en esa dirección se plantea la ZRC como proyecto, a pesar que en esta zona esta figura más allá de la sanción del gobierno para su constitución, ha venido dándose de hecho y quiere alejarse de estigmatizaciones surgidas principalmente en el marco de la negociación de paz del 2013. “Desmilitarizar urgentemente el debate sobre la conveniencia de las ZRC, ya que esta figura es una reivindicación autónoma del campesinado organizado por el derecho al territorio, la economía campesina, el proyecto de vida planeado desde sus pretensiones, de millones de colombianos invisibilizados” (Ibid, 2012:9)
Sus principios son ideales pero también bases conceptuales que orientan las acciones, reflexiones y políticas y se basan en la idea de un poder popular, una posición de clase que desde la memoria histórica los sitúa como excluidos y marginados, la soberanía alimentaria, y la autonomía. Para la ACIT, el desarrollo es “un proceso continuo e histórico de apropiación y consolidación de un territorio, en donde las decisiones se toman de manera autónoma, participativamente y por consenso en la comunidad, respetando las diferencias y buscando entregar a cada persona y al ecosistema lo que necesita y exigiendo de éstos lo que cada cual puede dar, generando, a su vez, una capacidad de autogobierno colectivo que aumente el grado de felicidad de las personas que lo constituimos y nos haga interlocutores válidos frente a los demás actores de la sociedad” (Rincón, 2009:43).
La ACIT propone como prospectiva de acción de la organización cinco ejes que se basan en el fortalecimiento organizativo, la movilización social, la participación social y control a la gestión pública, y el fortalecimiento de la red de derechos humanos, el fortalecimiento productivo con énfasis en soberanía alimentaria. A estos se suman tres proyectos fundamentales: el impulso a una política pública de jóvenes en el municipio, un proyecto Educativo Rural Integrado (PERI) y el fortalecimiento a procesos de comunicación comunitaria y desde el 2011 cuentan con un importante medio, como lo es la emisora “Radio Campesina 88.9” en FM.