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Caso documentado por Diana Carolina López, 2013; Ángel Castilla, 2012

Después de trece días de movilizaciones y manifestaciones por parte de los cafeteros colombianos a través de bloqueo de vías terrestres, a las 5 de la mañana del 8 de marzo de 2013, se levantó el paro cafetero, que exigía apoyo adicional del gobierno dada su baja rentabilidad. Este movimiento venia acumulando una serie de situaciones que no habían sido resueltas pese a sus solicitudes ante diversas instancias.

 

A mediados de 2012 los caficultores habían hecho una marcha en Manizales y enviado ron una carta al presidente Santos, que nunca tuvo respuesta. Un par de meses después se manifestaron con jornadas de protesta en diferentes departamentos y posteriormente un plantón frente al congreso cafetero sin ningún resultado. Finalmente, los cafeteros publicaron un aviso en uno de los grandes medios del país advirtiendo “si esto no se resuelve habrá un paro cafetero”.  La crisis anunciada se llenaba de argumentos cuyos puntos centrales eran una reducción en la producción, la caída en el precio internacional del grano (un 50% entre 2008 y 2011) y la caída en la tasa de cambio. Dicha revaluación es el resultado entre otros factores, de la bonanza de sectores como la minería y el sector energético, impulsados fuertemente por el actual gobierno. “Cuando un país se reestructura hacia minería y hacia el sector energético y esos nuevos sectores producen excedentes, los países tienen dos posibilidades: o marchitan los demás sectores en lo económico “enfermedad holandesa”’ o trasladan a esos sectores afectados, parte de sus ganancias para hacer un desarrollo armónico del país, ese en el fondo es la discusión estructural” (Suarez, 2013)[1].

 

En concreto para los productores, el precio de venta de la carga de café era de $500.000 pesos y sus costos de producción de $700.000.  Aunque no tuvieran tan claro las variables macroeconómicas, sí tenían claro que no estaban dispuestos a vender a pérdida ad portas de la cosecha cafetera que se aproximaba entre marzo y junio.

 

El Ministro de Agricultura consideró la movilización cafetera como “injusta, inconveniente e innecesaria” aunque aseguró el derecho a la protesta social mientras el gerente de la Federación expresaba inoportuna e innecesaria la jornada de protesta y pidió no acudir a vías de hecho. A la jornada se sumó el sector del transporte que protestaba por los altos costos del ACPM y los cacaoteros quienes requerían también apoyo para resolver su propia crisis. 

 

Con marchas y concentraciones en diez departamentos, los cafeteros se levantaron para exigir ayudas y subsidios al sector, promovidos por el Movimiento por la Defensa y por la Dignidad de los Cafeteros de Colombia. Se tomaron las vías terrestres, lo cual impidió el suministro de alimentos y combustibles a las ciudades especialmente en Risaralda, Caldas, Norte del Cauca, Tolima y Huila. Finalmente fueron escuchados lo cual beneficio a las 550.000 familias cafeteras y que representa dos millones de empleos directos, un millón de empleos indirectos; son 900 mil hectáreas de tierra, donde el 95% es caficultura de minifundios con menos de 5 hectáreas en ladera y que cultivan el primer producto de exportación de Colombia. 

 

El pliego de peticiones presentado por los cafeteros incluyó cinco puntos: i) $145.000 pesos de subsidio, un precio base por carga de $480.000 y un techo de $700.000; en caso de bajar el precio el gobierno entregará $20.000 adicionales de subsidio, compromisos que comenzaron el 18 de marzo de 2013. ii) Archivar los casos de los 70 líderes del paro que estaban siendo investigados iii) Control en la importación de los insumos para el café iv) Reestructuración de la Federación Nacional de Cafeteros v) Compra de la cartera de los cafeteros, por parte del Banco Agrario para impedir que estos perdieran sus fincas.

 

Desde la negociación la solución se ha centrado en el punto de los subsidios que se está resolviendo con los programas de ‘Apoyo al Ingreso del Caficultor-AIC’ y ‘Protección del Ingreso Cafetero, PIC. Los otros cuatro puntos han quedado marginados de la discusión y atención lo cual sitúa en la inmediatez las soluciones mientras la crisis estructural sigue profundizándose. Una crisis que en parte se deriva de la ruptura del pacto de cuotas del café en 1989 el cual ofrecía un precio estable a los cafeteros basado en un acuerdo entre compradores internacionales y exportadores de café modificó sustancialmente la dinámica del mercado internacional.

 

 

[1] Suárez, Aurelio, 2013. Paro Cafetero en Colombia.  http://pensamientoindependiente.bligoo.com/paro-cafetero-en-colombia-aurelio- suarez 

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